Un prejuicio tiene algo en común con un ideal. Cornelius Muller carecía de prejuicios y, en consecuencia, de ideales (122).
Yo tengo muchos prejuicios, así que, por mi parte, bien. Por ejemplo, miro con malos ojos la palabra 'soviet', y eso que significa 'consejo', simplemente. Veo un cartel como este y, a continuación, me doy a melancólicas reflexiones:
Está muy bien Una decisión original. Guía para casarse por la Iglesia (Madrid, Palabra, 2023), de Nicolás Álvarez de las Asturias, Lucas Buch y María Álvarez de las Asturias. Yo he puesto una foto de Amazon de la 2ª edición, pero lo que yo leí es de la tercera: es claramente un libro necesario ahora, cuando se está generalizando la convivencia como esposos, pero sin casarse. Las leyes de divorcio hacen muy fácil romper matrimonios y las bodas van camino de equipararse con las antiguas Bodas de Plata, cuando ya los dos estén bien asentados, completamente seguros de que se quieren de verdad y con la oposición aprobada y una casa en propiedad, a ser posible.
A mí me da pena que la gente no se case. Ya sé que la presión ambiental y hasta las políticas sociales van en contra, pero me gustaría que la gente se casase, porque es mejor para ellos, con el componente de riesgo y dificultades que seguro que van a encontrar. La renuncia a las formalidades y la ausencia de compromiso, que se disfraza de autenticidad, lleva a unas relaciones que no pueden ser tan de entrega como en el matrimonio, aunque también haya matrimonios con falta de compromiso. Yo querría que la gente se casase, que se casasen muy enamorados y que tuvieran ayuda en toda su vida matrimonial para saber superar las dificultades. Y que su matrimonio se llenara de la bendición de los hijos.
El libro es muy positivo, muy animante, facilitando la comprensión de lo que es un sacramento, el del matrimonio, en la Iglesia.
Del libro Historia de la filosofía. Poemas, de José Miguel Ibáñez Langlois, una buena parte se dedica a la filosofía medieval y en concreto a santo Tomás de Aquino, que es un claro favorito suyo. Esa es una de las ventajas de este libro, que es una Historia de la filosofía desde una óptica personal, no siguiendo los caminos más trillados. Por ejemplo, el apartado de la Edad Media en realidad comienza con la cuestión más amplia del cristianismo y la filosofía. Este poema breve da la tónica:
El sermón de la montaña no es en absoluto filosofía pero qué sería de ti historia de la filosofía si en la cumbre de la montaña no se hubiera posado el Logos a soplarte al oído las conclusiones (p. 91, n. 4).
Me gusta mucho también cómo habla del discurso del Areópago de san Pablo, desde la perspectiva de su auditorio de filósofos griegos un poco pasados de vueltas:
(…) bonita introducción la del judío ahora se ha puesto a hablar de un Dios que creó la tierra y los cielos se ha puesto a hablar al viento súbitamente crear ha dicho crear oyeron este hombre está ta crear el universo de la nada los atenienses se miran con aire de condescendencia miran al viento como pidiéndole comprensión en sus ojos refulge el universo eterno el cosmos que en sí reposa como un absoluto incluidos los dioses y aun el Theos en los ojos del hebreo en cambio brilla la nada que circunda a su único Dios como un aura imposible el hebreo está a punto de irse en el viento el hebreo hace juegos de palabras con el ser del mundo pases mágicos al uso de los orientales pretende que el ser del mundo es un ser prestado por el momento en los ojos del hebreo refulge la locura y la más absoluta falta de consideración por el universo en los ojos de los atenienses brillan segundo por medio la risa y el furor hebreo te oiremos otro día sobre tu famoso Desconocido le dicen y todo el mundo en Atenas sabe que esta fórmula de cortesía filosófica quiere decir
ándate a freír espárragos con tu incógnito creador (p. 93, n. 7).
Ya propiamente en la Edad Media, este poema se centra en san Bernardo:
San Bernardo de Claraval la flor y nata de los caballeros andantes de Jesucristo de los cruzados más trasparentes de la Virgen María de las fuerzas de choque del Espíritu Santo en el espacio puro de la contemplación cuando Bernardo reza cuando habla y llora se estremecen los cedros del Líbano y los reyes y papas y los filósofos sienten pasar el logos como una paloma ardiente a través de los silogismos y otra vez queda patente la esencia del filosofar a saber el vuelo del alma en busca del Verbo y todos los humanismos huyen avergonzados y todas las dialécticas tiemblan y retroceden y todos los Abelardos desaparecen en sus Eloísas al paso de Bernardo o el amor de Dios Bernardo o la quimera de su siglo en llamas o el logos que sobrepasa infinitamente al logos en el espacio inmóvil de la contemplación (p. 115 n. 38).
Podría copiar muchos, pongo este en el que se ve nacer la crisis posterior:
La terrible odisea de los tiempos modernos comenzó dos siglos antes de los tiempos modernos comenzó en el corazón de un ángel franciscano que obedecía al nombre de Duns Scoto cuando por respetables razones teológicas e incluso místicas dejó que en su corazoncito hermano del agua etc la voluntad desnuda se empinara un milímetro por encima de la inteligencia quién diría el furor de ese corazoncito ciego quién diría el horror de ese amorcito sin inteligencia quién diría el futuro de ese milímetro llamado voluntarismo mucho más que la caída de Bizancio mucho más que el descubrimiento de América y la invención de la imprenta y otras minucias por el estilo fue ese milímetro de voluntad desnuda fue la voluntad en régimen de inteligencia el origen de ese torrente de cógitos y espejismos y revoluciones y luteranas lágrimas que obedece al dulce nombre de tiempos modernos (p. 145, n. 85).
Ayer cayeron unos copos, unos pocos copos de nieve, para dar la nota in bellezza a un fin de semana muy frío en las calles de Burgos, pero muy entretenido en todo lo demás. Celebramos el cumpleaños de mi hermana, empatamos al parchís, comimos muy bien y yo veía cómo preparaban todo y lo laborioso que es hacer buenas comidas: lentejas, alubias de Ibeas, tiramisú, fresas con azúcar y vinagre (mi forma favorita de comerlas), pollo. Fuimos a un mercado al aire libre y el aire congelador mantenía las hortalizas y las naranjas (ahora, de Málaga) bien frescas.
En el camino, además de un acongojante ruido de los frenos cada vez que tenía que parar, sobre todo en los múltiples pasos de cebra y similares del tramo de pesadilla que queda todavía sin ser autovía, entre Arzúa y Melide (que Dios confunda, al tramo me refiero), escuché un programa extraordinario, excelente de principio a fin, sobre El esplendor del cuerpo humano y los Padres de la Iglesia, donde Davide Tomaselli habla de un modo luminoso y con una claridad impresionante sobre algo que se suele exponer de modo tedioso (me refiero a la Patrología). El programa es tan redondo que acaba con la lectura de un poema de Enríque García-Maíquez que cuadra perfectamente ahí.
Qué diferencia la Patrología cuando se sabe explicar bien, como aquí:
HEREUX QUI COMME ULYSSE A FAIT UN BEAU VOYAGE. de Joaquin Du Bellay
Feliz quien como Ulises viaja con buena suerte o conquista los áureos vellones de Jasón y después, a la vuelta, con madura razón, dichoso en casa espera que le llegue la muerte.
Aldea de mis padres: ¿cuándo volveré a verte, con tus humos azules? ¿en qué clara estación volveré a ver el huerto de mi pobre mansión, que vale para mí como el reino más fuerte?
Más me placen los muros alzados por los míos que los templos de Roma soberanos y fríos; más que mármoles duros quiero pizarra fina.
Más mi Loira francés, que el gran Tíber latino, más mi monte Lyré, que el monte Palatino y más que olas del mar, mi canción angevina.
Estoy con una asignatura sobre griego postclásico y por ahora vamos viendo pasajes de la traducción griega de los Setenta y a la vez, inscripciones: ya hemos leído unas cuantas de Tomi, actual Constanza, en la costa del Mar Negro (una la vi en una exposición en Madrid), además de la que ya comenté aquí de Alejandría y ahora nos meteremos con unas atenienses, pero de los siglos V y VI d. C. Son todas cristianas. Están escritas en un griego que ya se pronuncia de otro modo, mucho más cercano a como se habla ahora que al de época clásica.
Me gustó cómo quedaba en el libro impreso la transcripción de esta inscripción:
La traducción es "lugar de dormición de Pelayo" (falta algo luego: por eso pone "vacat"). La palabra en griego clásico tendría que ser "koimetérion" pero pone "kymeterion", lo que demuestra (hay muchos otros casos que lo corroboran) que "oi" e "y" se pronunciaban igual, como una i, en concreto.
La palabra koimetérion da lugar a nuestro "cementerio" (en realidad cemeterio en origen, como cimitière en francés o cimitero en italiano), y ya veis que significa dormitorio.
Aquí tenéis como aparece en la edición de E. Sironen (Inscriptiones graecae II/III 2ª ed. V, de 2007)
Yendo a la Facultad, paso junto el estanque del Auditorio. A través de los cristales se ve, en la galería un letrero luminoso, que seguro que es de una exposición. Pone: "La calle es mía". Como está en castellano, seguro que es irónico: así funciona la cosa aquí. Y me imagino que será un guiño contra/sobre Fraga, al que no pueden dejar en paz, ya se ve (el otro día le quitaron una calle en un pueblo que se llama Cariño (sic) con la abstención de los del PP, partido que parece que no puede caer más bajo y sin embargo lo logra cada semana).
Ahora no sé si iré a la exposición, a comprobar si de verdad se meten con Fraga o no y si la bromita, que pago como contribuyente, es otra más, siempre en la misma línea.