No me gustan las Sinfonías de Beethoven, muy especialmente la Novena.
No me gusta Guy Verhofstadt. No me gusta Macron. No me gusta el partido conservador británico. No me gustan las instituciones europeas.
No me gusta la música de órgano: me gusta la música de cámara.
No me gusta la defensa del comercio de proximidad como muestra de superioridad moral. Yo, de comprar la compra, la compraría siempre en el Mercadona.
No me gusta oír hablar de sociedad civil. Ya no me gusta el conservadurismo.
No me gustan ni el edificio del Parlamento Húngaro ni el del Parlamento inglés: prefiero Chandigarh.
Me gusta ver al Real Madrid ganar todos los títulos que pueda. No me gusta el Barça ni el Athletic de Bilbao ni la Real Sociedad. No me gusta la épica de la derrota del Atlético de Madrid.
No me gusta la novela histórica: me gustan los libros de historia con altura de miras y vuelo narrativo.
Me gusta la gente que se queda en casa, pero no soporto a todos los santiagueses que detestan a los peregrinos y especialmente a los vecinos anticamino del barrio de san Pedro.
Detesto la programación cultural del Ayuntamiento de Santiago, todo ese teatro de calle, los payasos, el libro gallego subvencionado y todas esas mierdas.
No oigo gregoriano. Iría a una celebración litúrgica con gregoriano en un monasterio. Gustarme, gustarme, ay, los himnos anglicanos.
De Juan Manuel de Prada, Ignacio Peyró y Javier Gomá me gusta comprobar cada vez que leo un artículo suyo que sigo sin estar de acuerdo con lo que dicen estos faros de la no izquierda.
Detesto al PP. Más todavía al PP de Galicia, si cabe. No me gusta Ayuso.
No me gustan los Carmina Burana, ni el texto ni la versión musical de Carl Orff.
Detesto el telediario de Antena 3. Detesto todos los telediarios. Detesto el tonillo del corresponsal en USA de Antena 3.
Detesto las tiendas de recuerdos y que el Ayuntamiento de Santiago haya prohibido durante un año poner más tiendas de recuerdos.
Detesto el ABC, El Mundo, la COPE. No puedo soportar La voz de Galicia. Leo El País, con su línea editorial que detesto.
Detesto todo lo que tenga que ver con la oralidad y el patrimonio inmaterial. Me gustan los libros, pero no me gusta oler libros.