El mes de febrero de 2013 fue el de la conmoción por la renuncia de Benedicto XVI. Puse textos suyos como este impresionante de que la belleza es el sello de la verdad.
Citaba a Ayesta sobre ver la realidad con ojos de escritor.
Oí conferencias sobre Carracci y Thorvaldsen:
Conté mi primera visita a Agolada, Ramil y Ventosa.
Fue el año en que estuve dando una charla en Monforte. Fue la primera vez que estuve en el pazo de Tor. Pude visitar también san Paio de Diomondi y san Estevo de Ribas de Miño.
Interesante el texto de Ayesta, al que admiro de veras (su "Helena o el mar del verano" me parece una de las novelas mayores de nuestra posguerra); pero me parece que exagera algo más de la cuenta. Personalmente, me convence más lo que dice Truffaut, en su libro sobre Hitchcock, acerca de que había visto "Encadenados" ("Notorious") ciento y pico de veces, y que se había propuesto repetidamente verla una vez más, pero sin dejarse arrastrar por la historia, sino con ojos fríos y técnicos, para ver en cada momento cómo estaba hecha. Y que le había resultado imposible: siempre la película le enganchaba, le arrastraba, y no le dejaba cumplir con su diseccionador propósito.
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