Excelente homilía de B16 al final del Año de san Pablo. Hacedme caso, leedla entera.
Para perezosos (o para animaros a leerla), selecciono algunos pasajes (negritas mías) [al acabar de cortapegar los textos veo que sale algo todavía largo, pero más no sé o no puedo reducirlo]:
- Ante todo [san Pablo] afirma, como algo fundamental, que con Cristo se inició (...), un nuevo culto, (...) el hombre viviente se transforma él mismo en adoración, "sacrificio" hasta en el propio cuerpo. Ya no se ofrecen cosas a Dios. Nuestra propia existencia debe convertirse en alabanza de Dios. (...): "No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios..." (12, 2).
(...)
-Sólo si nos convertimos en hombres nuevos, el mundo se convertirá en nuevo. Esto significa también que no basta adaptarse a la situación actual.
(...)
-Al explicar cómo convertirse en hombres nuevos, Pablo alude a la propia conversión: a su encuentro con Cristo resucitado, (...) : "El que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo" (2Cor 5,17) (...). Nos convertimos en nuevos, si nos dejamos conquistar y plasmar por el Hombre nuevo, Jesucristo. Él es el Hombre nuevo por excelencia. En Él la nueva existencia humana se convierte en realidad, y nosotros podemos verdaderamente convertirnos en nuevos si nos ponemos en sus manos y nos dejamos plasmar por Él.
(...)
-Pablo hace aún más claro este proceso de "refundición" diciendo que nos convertimos en nuevos si transformamos nuestro modo de pensar. Esto que aquí ha sido traducido como "modo de pensar", es el término griego "nous". Es una palabra compleja: puede ser traducida como "espíritu", "sentimiento", "razón" y, también, como "modo de pensar" (...). la renovación debe ser completa. (...) El pensamiento del hombre viejo, el modo de pensar común está dirigido en general hacia la posesión, el bienestar, la influencia, el éxito, y la fama. Pero de esta manera tiene un alcance muy limitado. Así, en último análisis, queda el propio "yo" en el centro del mundo. (...) Es necesario aprender a comprender la voluntad de Dios, de modo que plasme nuestra voluntad para que nosotros queramos lo que Dios quiere, porque reconocemos que aquello que Dios quiere es lo bello y lo bueno.
(...)
-La palabra "fe adulta" en los últimos decenios se ha transformado en un eslogan difundido. Con frecuencia se entiende como la actitud de quien no escucha a la Iglesia y a sus pastores, sino que elige de forma autónoma lo que quiere creer y no creer, es decir, una fe "hecha por uno mismo". Esto se interpreta como "valentía" para expresarse en contra de Magisterio de la Iglesia. En realidad para esto no es necesaria la valentía, porque se puede siempre estar seguro del aplauso público.
En cambio la valentía es necesaria para unirse a la fe de la Iglesia, incluso si ésta contradice al "esquema" del mundo contemporáneo. A esta falta de conformismo de la fe Pablo llama una "fe adulta". (...) forma parte de la fe adulta, por ejemplo, comprometerse con la inviolabilidad de la vida humana desde el primer momento de su concepción, oponiéndose con ello de forma radical al principio de la violencia, precisamente en defensa de las criaturas humanas más vulnerables. Forma parte de la fe adulta reconocer el matrimonio entre un hombre y una mujer para toda la vida como ordenado por el Creador, reestablecido nuevamente por Cristo.
(...)
-Describe la fe madura, realmente adulta de forma positiva con la expresión: "actuar según la verdad en la caridad" (cfr Ef. 4, 15). El nuevo modo de pensar que nos ofrece la fe, se desarrolla primero hacia la verdad. El poder del mal es la mentira. El poder de la fe, el poder de Dios, es la verdad. La verdad sobre el mundo y sobre nosotros mismos se hace visible cuando miramos a Dios. Y Dios se nos hace visible en el rostro de Jesucristo. Al contemplar a Cristo reconocemos algo más: verdad y caridad son inseparables. En Dios, ambas son una sola cosa: es precisamente ésta la esencia de Dios. Por este motivo, para los cristianos verdad y caridad van unidas. La caridad es la prueba de la verdad. Siempre seremos constantemente medidos según este criterio: que la verdad se transforme en caridad para ser verdaderos.
(...)
-Quien junto con Cristo sirve a la verdad en la caridad, contribuye al verdadero progreso del mundo. Sí, es completamente claro que Pablo conoce la idea del progreso. Cristo, su vivir, sufrir y resucitar, ha sido el verdadero gran salto del progreso para la humanidad, para el mundo. Ahora, en cambio, el universo tiene que crecer hacia Él. Donde aumenta la presencia de Cristo, allí está el verdadero progreso del mundo. Allí el hombre se hace nuevo y así se transforma en nuevo mundo.
(...)
-El vacío interior -la debilidad del hombre interior- es uno de los más grandes problemas de nuestro tiempo. Tiene que reforzarse la interioridad -la perspectiva del corazón; la capacidad de ver y comprender el mundo y el hombre desde dentro, con el corazón. Tenemos necesidad de una razón iluminada desde el corazón, para aprender a actuar según la verdad en la caridad. Pero esto no se realiza sin una íntima relación con Dios, sin la vida de oración. Tenemos necesidad del encuentro con Dios, que se nos ofrece en los sacramentos.
(...)
-El amor ve más allá de la simple razón, esto es lo que Pablo nos dice con sus palabras. Y nos dice además que sólo en la comunión con todos los santos, es decir en la gran comunidad de todos los creyentes -y no en contra o en ausencia de ella- podemos conocer la enormidad del misterio de Cristo. Esta enormidad la describe con palabras que quieren expresar la dimensión del cosmos: anchura, longitud, altura y profundidad. El misterio de Cristo es una enormidad cósmica: Él no pertenece sólo a un determinado grupo. El Cristo crucificado abraza el entero universo en todas sus dimensiones. Toma el mundo en sus manos y lo eleva hacia Dios.
Para perezosos (o para animaros a leerla), selecciono algunos pasajes (negritas mías) [al acabar de cortapegar los textos veo que sale algo todavía largo, pero más no sé o no puedo reducirlo]:
- Ante todo [san Pablo] afirma, como algo fundamental, que con Cristo se inició (...), un nuevo culto, (...) el hombre viviente se transforma él mismo en adoración, "sacrificio" hasta en el propio cuerpo. Ya no se ofrecen cosas a Dios. Nuestra propia existencia debe convertirse en alabanza de Dios. (...): "No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios..." (12, 2).
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-Sólo si nos convertimos en hombres nuevos, el mundo se convertirá en nuevo. Esto significa también que no basta adaptarse a la situación actual.
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-Al explicar cómo convertirse en hombres nuevos, Pablo alude a la propia conversión: a su encuentro con Cristo resucitado, (...) : "El que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo" (2Cor 5,17) (...). Nos convertimos en nuevos, si nos dejamos conquistar y plasmar por el Hombre nuevo, Jesucristo. Él es el Hombre nuevo por excelencia. En Él la nueva existencia humana se convierte en realidad, y nosotros podemos verdaderamente convertirnos en nuevos si nos ponemos en sus manos y nos dejamos plasmar por Él.
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-Pablo hace aún más claro este proceso de "refundición" diciendo que nos convertimos en nuevos si transformamos nuestro modo de pensar. Esto que aquí ha sido traducido como "modo de pensar", es el término griego "nous". Es una palabra compleja: puede ser traducida como "espíritu", "sentimiento", "razón" y, también, como "modo de pensar" (...). la renovación debe ser completa. (...) El pensamiento del hombre viejo, el modo de pensar común está dirigido en general hacia la posesión, el bienestar, la influencia, el éxito, y la fama. Pero de esta manera tiene un alcance muy limitado. Así, en último análisis, queda el propio "yo" en el centro del mundo. (...) Es necesario aprender a comprender la voluntad de Dios, de modo que plasme nuestra voluntad para que nosotros queramos lo que Dios quiere, porque reconocemos que aquello que Dios quiere es lo bello y lo bueno.
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-La palabra "fe adulta" en los últimos decenios se ha transformado en un eslogan difundido. Con frecuencia se entiende como la actitud de quien no escucha a la Iglesia y a sus pastores, sino que elige de forma autónoma lo que quiere creer y no creer, es decir, una fe "hecha por uno mismo". Esto se interpreta como "valentía" para expresarse en contra de Magisterio de la Iglesia. En realidad para esto no es necesaria la valentía, porque se puede siempre estar seguro del aplauso público.
En cambio la valentía es necesaria para unirse a la fe de la Iglesia, incluso si ésta contradice al "esquema" del mundo contemporáneo. A esta falta de conformismo de la fe Pablo llama una "fe adulta". (...) forma parte de la fe adulta, por ejemplo, comprometerse con la inviolabilidad de la vida humana desde el primer momento de su concepción, oponiéndose con ello de forma radical al principio de la violencia, precisamente en defensa de las criaturas humanas más vulnerables. Forma parte de la fe adulta reconocer el matrimonio entre un hombre y una mujer para toda la vida como ordenado por el Creador, reestablecido nuevamente por Cristo.
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-Describe la fe madura, realmente adulta de forma positiva con la expresión: "actuar según la verdad en la caridad" (cfr Ef. 4, 15). El nuevo modo de pensar que nos ofrece la fe, se desarrolla primero hacia la verdad. El poder del mal es la mentira. El poder de la fe, el poder de Dios, es la verdad. La verdad sobre el mundo y sobre nosotros mismos se hace visible cuando miramos a Dios. Y Dios se nos hace visible en el rostro de Jesucristo. Al contemplar a Cristo reconocemos algo más: verdad y caridad son inseparables. En Dios, ambas son una sola cosa: es precisamente ésta la esencia de Dios. Por este motivo, para los cristianos verdad y caridad van unidas. La caridad es la prueba de la verdad. Siempre seremos constantemente medidos según este criterio: que la verdad se transforme en caridad para ser verdaderos.
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-Quien junto con Cristo sirve a la verdad en la caridad, contribuye al verdadero progreso del mundo. Sí, es completamente claro que Pablo conoce la idea del progreso. Cristo, su vivir, sufrir y resucitar, ha sido el verdadero gran salto del progreso para la humanidad, para el mundo. Ahora, en cambio, el universo tiene que crecer hacia Él. Donde aumenta la presencia de Cristo, allí está el verdadero progreso del mundo. Allí el hombre se hace nuevo y así se transforma en nuevo mundo.
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-El vacío interior -la debilidad del hombre interior- es uno de los más grandes problemas de nuestro tiempo. Tiene que reforzarse la interioridad -la perspectiva del corazón; la capacidad de ver y comprender el mundo y el hombre desde dentro, con el corazón. Tenemos necesidad de una razón iluminada desde el corazón, para aprender a actuar según la verdad en la caridad. Pero esto no se realiza sin una íntima relación con Dios, sin la vida de oración. Tenemos necesidad del encuentro con Dios, que se nos ofrece en los sacramentos.
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-El amor ve más allá de la simple razón, esto es lo que Pablo nos dice con sus palabras. Y nos dice además que sólo en la comunión con todos los santos, es decir en la gran comunidad de todos los creyentes -y no en contra o en ausencia de ella- podemos conocer la enormidad del misterio de Cristo. Esta enormidad la describe con palabras que quieren expresar la dimensión del cosmos: anchura, longitud, altura y profundidad. El misterio de Cristo es una enormidad cósmica: Él no pertenece sólo a un determinado grupo. El Cristo crucificado abraza el entero universo en todas sus dimensiones. Toma el mundo en sus manos y lo eleva hacia Dios.