Hoy no pensaba escribir nada. Me apetecía decir, para provocar, que prefiero a Berlusconi a Zapatero, pero al final me pareció una cuestión escolástica, como discutir si es peor la mierda de toro o la de vaca.
Y no me atrevía a decir que va a ser la primera vez que no vote, porque una infancia cargada de mensajes televisivos sobre las bondades salvíficas del voto me hacen tener sensación de réprobo (que, por otra parte, no deja de tener su encanto para el niño bueno que sigo pareciendo que soy).
Y podría decir que ayer vimos El intercambio, de Clint Eatwood: magnífica dirección la suya y maravillosa música. Y profundidad y emoción y dolor y sensibilidad exquisita (y todavía no he visto Gran Torino). La culpa, la responsabilidad, los niños víctimas del mal y causantes del mal. Algo de Flannery vi allí.
Podría comentar el excelente (otra vez) artículo de Juaristi.
También podría congratularme de que mi sobrina Eva a sus 9 años haya ganado en salto de longitud y 60 metros los campeonatos de atletismo de Castilla y León. Orgulloso estoy (estamos).
Pero lo que me ha alegrado de verdad la mañana es ver en un blog que seguía hace meses la noticia que da su autor, fr. Jeffrey Steel: se ha tirado de cabeza al Tíber con su mujer y sus seis hijos.
Y me voy de paseo con Jaime a ver la feria del libro antiguo y de ocasión (más de lo segundo que de lo primero).
Y no me atrevía a decir que va a ser la primera vez que no vote, porque una infancia cargada de mensajes televisivos sobre las bondades salvíficas del voto me hacen tener sensación de réprobo (que, por otra parte, no deja de tener su encanto para el niño bueno que sigo pareciendo que soy).
Y podría decir que ayer vimos El intercambio, de Clint Eatwood: magnífica dirección la suya y maravillosa música. Y profundidad y emoción y dolor y sensibilidad exquisita (y todavía no he visto Gran Torino). La culpa, la responsabilidad, los niños víctimas del mal y causantes del mal. Algo de Flannery vi allí.
Podría comentar el excelente (otra vez) artículo de Juaristi.
También podría congratularme de que mi sobrina Eva a sus 9 años haya ganado en salto de longitud y 60 metros los campeonatos de atletismo de Castilla y León. Orgulloso estoy (estamos).
Pero lo que me ha alegrado de verdad la mañana es ver en un blog que seguía hace meses la noticia que da su autor, fr. Jeffrey Steel: se ha tirado de cabeza al Tíber con su mujer y sus seis hijos.
Y me voy de paseo con Jaime a ver la feria del libro antiguo y de ocasión (más de lo segundo que de lo primero).
un articulo de trapiello gana el premio Francisco Valdes de periodismo.
ResponderEliminarDespués de tantos comentarios elogiosos, un cariñoso tirón de orejas: ojito con usar lo escolástico de modo peyorativo. Con el declive de la escolástica vino lo que vino. La escolástica nos salva.
ResponderEliminarVete a ver El gran Torino en cuanto puedas
ResponderEliminarPues yo reconozco que he votado, qué se le va a hacer. Aunque probablemente, comparto tus razones de fondo para no acudir a depositar la papeleta. Por cierto, enorme Eastwood en "Gran Torino", un grandísimo tipo, a pesar de todo el nihilismo, pero que ya no es tanto. También me pongo sentimental, porque él ha dicho que va a ser su última peli (como actor, se refiere). Un broche final a la altura.
ResponderEliminarPero no te preocupes, que ninguno de los políticos va a reflexionar, y menos en público, sobre el significado político de que ni tú, ni yo, ni el 55%, no hayamos ido a votar. No les interesa. ¿De dónde se iban a ganar el sustento?
ResponderEliminarSaludos