Supongo que se han juntado las celebraciones de los veinte años del blog, que me han llevado a pensar en mi modo de contar aquí mi vida, y la lectura de los diarios de Knausgård, que son un ejemplo extremo de hablar en detalle de la propia familia. El hecho es que he estado pensando que, como yo nunca hablo aquí de la gente que vive conmigo, porque me parece que no tengo derecho a ello, seguramente os cueste situaros sobre mi vida y lo que voy contando en este blog. No voy a romper ese criterio de respetar la intimidad ajena, pero creo que merece la pena -y seguramente os ayudará a situaros mejor sobre lo que aquí vengo escribiendo- hablar de lo que es mi vida, mi vida de numerario.
En el Opus Dei los numerarios, célibes, normalmente vivimos en una casa, una casa grande en mi caso, donde estamos ahora 11 personas. No es el objetivo vivir juntos: vivimos así porque nos dedicamos más intensamente a atender a las demás personas de la Obra y es más sencillo de ese modo. Así que no es un modo de vida comunitario al modo de las órdenes religiosas: yo ni vivo en un convento ni en una comunidad, vivo en una casa, peculiar por su tamaño y porque somos todos varones célibes. Hay algún cura, pero la casa la dirigen laicos. Nos cuidan, y con mucho cariño, mujeres de la Obra; se encargan de la comida, la ropa, la limpieza, de que no nos asilvestremos. No las vemos ni les podemos agradecer todo lo que hacen por nosotros como querríamos; eso se quedará para el cielo: entre santa y santo, pared de cal y canto.
La vida diaria: por la mañana tenemos media hora de oración y luego la Santa Misa, en el oratorio que hay en la casa. Después desayunamos y quizá no nos veamos hasta la comida o incluso la cena, porque cada uno está trabajando en lo suyo. Por la tarde tenemos otro rato de oración, cada uno por su cuenta. Hay actividades en la casa, círculos, retiros, charlas de formación, sobre todo por las tardes. Sí que solemos cenar todos juntos. Después de la comida hacemos una visita al Santísimo y luego tenemos un rato de tertulia, y también después de la cena, como media hora lo más. Las tertulias siempre se nos hacen cortas. Por la noche tenemos unos minutos de examen de conciencia, comentario breve del evangelio y cada uno se va a su habitación, y a dormir.
Los fines de semana rezamos juntos el Rosario después de la tertulia de mediodía; normalmente lo reza cada uno por su cuenta los demás días. Tenemos Bendición con el Santísimo los sábados y también en algunas fiestas importantes. Un domingo al mes tenemos un día de retiro, hasta media tarde. Un día a la semana tenemos un círculo, donde se tratan temas espirituales. Nos confesamos, también. Tenemos dirección espiritual, porque todo esto es para ponerse a tiro de que Dios nos santifique, cosa nada fácil, aunque en realidad es muy fácil, porque depende de Dios.
Los domingos tenemos aperitivo antes de comer. También las comidas de los domingos y fiestas son especiales. Los sábados por la noche, en cambio, son más de campaña, con bocadillos y cervezas quizá, antes de ver una película. Los cumpleaños los celebramos especialmente. No podemos ver ahora los partidos (yo, los del Madrid), porque no hay conexión en nuestra calle, así que nos vamos diciendo (en mi caso, los madridistas) cómo va el resultado. La gente hace deporte: bici, correr; hace unos meses compramos una elíptica, porque cuando llueve tanto en Santiago, no hay manera de hacer nada si no. A veces nos vamos a visitar sitios, o de excursión. Invitamos a gente a casa, a cenar. Tenemos cada uno nuestros amigos, nuestra familia, nuestras relaciones.
Así creo que he contado lo más destacado de mi vida y de mi casa (no residencia, ni comunidad, ni convento). Por suerte, tampoco es un cuartel ni un hospital robado. Es una casa bien cuidada, donde está uno cómodo, a gusto, en casa. Es un gran don, por el que tendré que dar mucha cuenta a Dios.
Ángel, tendrás que completar estar entrada, porque te ha quedado muy espiritual. Supongo que también tenéis algún aperitivo y refrigerio, celebráis los cumpleaños, veis los partidos de fútbol y películas y series, hacéis excursiones dos o tres, invitáis a café a los amigos y paientes, os cuidáis cuando estáis enfermos, etc.,m etc.
ResponderEliminarUn cordial saludo,
Es verdad. Lo voy a completar
EliminarSi, para ser una persona normal y corriente vaya cantidad de rezos. Y tanto rezo juntos yo lo veo totalmente de comunidad religiosa.
ResponderEliminarAnonímo, yo titulo mi entrada con "Mi vida de numerario", no "mi vida normal y corriente". En ningún momento he dicho que mi vida sea "normal y corriente": parece como que no me estuvieras hablando de mí, sino desde unos prejuicios.
EliminarY si ves "totalmente de comunidad religiosa" el rezar juntos lo que rezamos, claramente te delatas como clerical: te falta perspectiva y visión más amplia. No se te ocurre pensar que los laicos puedan rezar juntos.
Gracias por abrirnos una ventana a tu vida, Ángel.
ResponderEliminarGracias, Anónimo
EliminarQuerido Ángel: como siempre, te leo con interés y me gusta saber acerca de los demás, sobre todo de las personas apreciadas. Abrazos
ResponderEliminarYo tuve la dicha de vivir un año en La Estila y considero que fue maravilloso ese tiempo a la que llamé MI CASA, ahí te conocí, falto más tiempo para seguir conviviendo, pero me alegro verte de nuevo en mi viaje de bodas a Sabtiago y que por unos minutos nos saludamos en la catedral. Angel, mi cariño para ti y hoy un Padrenuestro con mi familia por el recuerdo y la emoción de volverte a tener en mis pensamientos y que me hagas recordar esa tan agradables rutinas que nos formaron el carácter, la conciencia y la humildad. Grandes amigos tuve y guías, en la lectura y vivencias de todos los que ahí coincidimos. Desde Honduras un abrazo fraterno para ti...!!!
ResponderEliminarSergio, un fuerte abrazo. Fueron tiempos bonitos, sí. Ahora también, de otro modo
EliminarQué entrada más interesante...
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