Me había gustado tanto El final del affaire de Graham Greene que hace unos meses me puse a leer El revés de la trama, pero no sé qué me pasó, lo iba leyendo sin acabar de engancharme y a las cien páginas lo dejé en la estantería y pasaron varios meses, hasta hace dos días, que lo volvía a coger, leí desde donde lo había dejado, sin recordar casi nada de lo anterior, y acabé terminando la novela. A continuación, me leí las cien primeras páginas, de otro modo, ahora sí comprendiéndolas, viendo cómo iba preparando Greene en ellas lo que se sería el drama central, que sucede a partir de la mitad del libro.
La acción ocurre en un país de África y es tremenda la sensación de calor, de sudor, de malaria, de cucharachas, de polvo, de cansancio. Allí está el comisario Scobie, un personaje inolvidable, al menos creo que para mí, un hombre con un fuerte sentido del deber que sabe adaptarse a la compleja relación con la verdad que existe a varios niveles, el de los nativos, el de los comerciantes sirios enfrentados, que controlan las relaciones comerciales, el de las autoridades coloniales inglesas y su seriedad oficial, que es discutida por oficiales de inteligencia que funcionan por debajo, investigando pero a la vez corroyendo lo que se supone que está mal. Es una novela muy actual en ese sentido: sin nada en que apoyarse, la verdad y la confianza se tambalean, son solamente arreglos de ladrones.
El conflicto central es religioso y creo que me costará olvidar la descripción que hace de cómo un pecado lleva a un sacrilegio consciente, lo que acelera la conclusión de la trama. Es una novela sobre el amor, pero casi más sobre el sentido del deber. No parece que haya en realidad amor de Dios, aunque es un tema central de la novela. Scobie es católico, pero su relación con Dios es de dependencia, no de reconocimiento. Es tremendo cómo lo cuenta Greene. Muy interesante. Me gustaría ser más profundo para explicarlo mejor.
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