Hace unos días, un tonto domingo por la tarde, me acerqué un rato al CGAC. El hecho, sorprendente para mí mismo, es que hacía diez meses que no iba. Pensaba, de camino, en las palabras purgativo y purgatorio, no sé por qué.
La cosa comenzó floja, con videoarte de un tal Zulian, que había hecho incluso una obra en la zona de Vite, donde está mi Facultad: era gente del barrio en una fila, haciendo "zu". Una tontá, se mire por donde se mire. Pasé rápido y me metí en la exposición de Raniero Fernández, de la que hablaré mañana, porque salí entusiasmado. Y con ese buen ánimo me fui a la tercera exposición, Caminos III, que tenía cosas que me hicieron gracia, así que resultó una visita purgativa en el mejor de sus aspectos.
Por ejemplo esta instalación de Juan Lesta, con paisajes que daban lugar a veces a formas geométricas. La música estaba muy bien, ayudaba bastante:
Luego te preguntas, ante la obra de Miguel Ángel Blanco, si eso es valioso o simplemente una muestra de TOC: hacer 1220 libros-caja con objetos recogidos:
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