En el CGAC había una exposición de diseño y le hice una foto a este cartel del Centro de Lenguas Modernas de la USC, de hace unos años, porque me resultó llamativo y porque me dejó perplejo sobre si era eficaz o no.
A mí seguramente lo que me interesó, aparte de la limpieza del diseño, fue lo políticamente correcto que era todo: el título se traduce: hablar, hablamos de lo mismo, pero lo que es llamativo es ver cómo se pelean luego por no hablar de eso mismo en algunas lenguas y en otras sí. Aquí eligen dos, la previsible en lo políticamente correcto de la Galicia feijoísta, y otra que en realidad no se enseña ahora en el CLM, pero que tiene marchamo (en el comentario de abajo la pongo, pero os la podéis imaginar).
Por seguir con el tema, vi un cartel del Carnaval de Castrojeriz, que para mí es como ver un cartel de hockey sobre hielo en Malawi, porque de pequeños, de ese tipo de cosas no teníamos (bien es verdad que las luces de la democracia todavía estaban alboreando).
Es un cartel mil veces más efectivo e informativo. Pongámosle una pega: la sardina no es precisamente el símbolo del carnaval, sino de lo que viene después, pero aceptaré pulpo como animal de compañía:
Arrain es pez en vasco, sí.
ResponderEliminarEs curioso lo de las sardinas cuando el día en que han celebrado el Carnaval es el sábado; pero es un cartel bonito y alegre, la verdad.
ResponderEliminarSí que es alegre, sí.
EliminarEs verdad, siendo cartel de carnaval mejor se representarían faisanes, liebres, jabalíes, ciervos, "gallinas y perdices, conejos y capones, ánades y lavancos y gordos ansarones..." y quedaría un cartel mucho más rico, que hay gran tradición de bestiarios y de carnes cocinadas y chacinas en las artes gráficas, y siempre se podría tomar prestado de aquel Combate de don Carnal y Doña Cuaresma de Brueghel el Viejo.
ResponderEliminarA lo mejor los peces son por conceder ya la victoria de Doña Cuaresma, como tributo del vicio a la virtud, que eso es la hipocresía. Más probable parece, dados los tiempos en que nos toca vivir, que sea por evitar la carne, tan perniciosa, ay, según la nueva religión. Debe notarse, empero, que ya hay muchos habitantes de los mares cuyo consumo debe ser evitado para no caer en pecado nefando, como los pulpos y las langostas, seres "sintientes", cuya vida hay que respetar, como nos dicen famosas celebridades para las que el aborto es un derecho natural e inalienable. El progreso.
Contra España y su lengua vale todo.
Qué buen comentario y qué interesante. Me gusta mucho eso de la hipocresía y las nuevas religiones en el trasfondo.
EliminarEl comentario es horrible y de una pazguatería superlativa. Practico el vegetarianismo desde hace 26 años y lo vivo de manera plenamente coherente con mi fe cristiana: desde la sencillez, la humildad y la discreción.
ResponderEliminarInstalarse, al hilo del tema du jour, en eso de que "todo el que no piensa como yo o no hace lo que yo digo es malo malísimo" no es interesante sino ridículo.
Anónimo, creo que te das por aludido sin tener por qué: en el comentario critican la frivolidad de los que protegen a los animales y a la vez están a favor del aborto. No veo críticas ahí al vegetarianismo "per se".
EliminarEmpieza diciendo que mi comentario es horrible y de una pazguatería superlativa y termina con que es ridículo. Eso debe de ser su "sencillez, humildad y discreción". O que no le están sentando bien las verduras.
EliminarSardinas muy parecidas a las de Castrojeriz son símbolo de Lisboa.
ResponderEliminarLos muchos peces en ese orden, en ambos carteles, me han recordado, más que a un cardumen de peces vivos en el mar, a algo que sólo vi en fotos y dibujos antiguos: los arenques, que en otro tiempo fueron mercancía tan importante, sobre todo en la Europa central y septentrional. Una caja de arenques en el cartel gallego, o los arenques en el barril, en el de Castrojeriz. Los carteles son eficaces en cuanto a que ese orden explica que no se trata de peces, sino de pescado, comida de Cuaresma. Persiste la objeción de D. Ángel: una cosa es el carnaval, y se supone que los carteles lo anuncian, y otra, bastante diferente, la Cuaresma. Se me ocurre que los autores pueden ir al origen del término carnaval, un adiós a la carne -carni-vale en italiano-, o retirarse de la carne -carnestolendas-, que, ante la dificultad de representar gráficamente la ausencia de la carne, y la inapelable necesidad de seguir alimentándose, se manifiestaría en la tradicional alternativa: el pescado.
ResponderEliminarMe has hecho acordarme de las cajas de arenques que había en la tienda de ultramarinos de doña Carmen Moratinos en Castrojeriz. Me hace mucha ilusión el recuerdo. Y sí, es totalmente como dices
EliminarDel cartel de Castrojeriz no me parece bien resuelta la segmentación carn / aval.
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