En julio de 2015, entre otras cosas, asistía por última vez al festival Via Stellae (al año siguiente, las Mareas se lo cargaron, como el ciclo de Músicas contemplativas, mientras llenaban Santiago de animación de calle: sus basuras).
Hacía una necrológica de un grande de los estudios griegos en España, Martín Ruipérez. Y de un grande, inglés, Martin L. West.
Me había leído Matar a Sócrates, de Gregorio Luri y balbuceaba cosas sobre ello. Comentaba Europa, la vía romana, de Rémi Brague.
Seleccioné cuatro textos que marcaron mi vida.
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En agosto me emocionaba con Theodora de Haendel.
Hice una foto en El pasatiempo, de Betanzos:
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