Ya terminé hace días Matar a Sócrates. El filósofo que desafía a la ciudad, de Gregorio Luri, pero es que he estado en el interim intentando masticarlo. Es una libro que se lee muy bien y que he leído demasiado deprisa: me dio pena que se acabara y a la vez estuve tentado de volver a empezarlo, pero he pensado que mejor hago primero un lectura muy lenta de la Apología, el Critón y el Fedón y luego vuelvo a repasarlo con más calma.
El hecho es que Sócrates me resulta cada vez más fascinante y cada vez más inaprehensible (sobre todo el de El Banquete, ese no sé cómo entenderlo). Es el que polarizó a sus contemporáneos y del que se consideró discípulo todo el arco (extra)parlamentario filosófico. Y ay, yo comprendo cada vez más a los que lo condenaron a muerte, que es de lo que va este libro: la paradoja de que Sócrates está fuera de los intereses de la ciudad (lo que Luri llama «lo nuestro») y a la búsqueda de lo mejor («lo bueno»), en una tensión que al final lo atrapa.
¿Fue mártir? Murió sin miedo a la muerte, eso es lo que contó Platón. Para qué murió, eso es lo que yo me pregunto.
No sé si es que el leer con tanta continuidad últimamente los sermones de san Juan de Ávila me ha puesto en el modo «nihilista» cristiano (frente al mejor nihilismo pagano, tal como lo presenta aquí Gregorio Luri): san Juan de Ávila insiste en que todo (lo de aquí) es nada -salvo Dios, claro. Para Luri, Sócrates parte de que no hay nada y su grandeza es no quedarse tumbado y seguir para lo que ve como delante, pero yo no sé si me vale así, porque no sé a dónde va. Lo que me da sentido a su figura es Cristo dando sentido final a su búsqueda: Sócrates en solitario me fascina, pero no sé si le seguiría en sus propios términos: aprender de él, si, aprendería un montón. Fascinación: toda. pero ya, basta: hasta ahí. Al final, me quedaría al lado de Critón, gestionando lo del gallo.
Gregorio Luri, si le entiendo bien, quiere saber del «Sócrates histórico» (pero no con propósitos historicistas) y se apoya en Platón (y en Jenofonte) pero lo sustraye del embellecimiento y apropiación de ambos, porque como dicen los anglosajones, tienen «su propia agenda» . Lo que queda es esa figura del Sócrates que no cree en la autonomía pero ejercita el autodominio (la ἐγκράτεια) buscando. Y a lo que llega es, parece, a dejarnos su testimonio de vida (y de nobilísima muerte).
La dualidad Atenas / Jerusalén yo no la acabo de ver, puesta en esos términos equipolentes; en todo caso, la Jerusalén que aprendió griego, el evangelio que cuajó en griego. Puedo entender a los que quieren centrarse solo en Atenas (si logran hacer la cirugía), pero no para mí, no. Sócrates lo puedo estudiar, me parece clave para Grecia, pero no es el eje de mi vida.
Y bien pensado, tampoco tengo que ponerme a separar y escoger, me lo puedo quedar todo. Ya puestos, me quedo con la figura de Sócrates, la grandeza literaria de Platón y la literatura griega como trasfondo de todo, preparando la revelación del artesano de Nazareth.
La vela apagada es símbolo de la vanidad. Aquí produce una sombra de luz encendida: eso es lo que me deja perplejo en toda esta cuestión.
En la web de la editorial, está el capítulo I en pdf (puesto a recomendar algo, merece la pena especialmente la Introducción, gloriosa).
Apasionante. Sí, después de leer todos los diálogos tempranos de Platón, (voy por orden cronológico, y ahora estoy en medio del Banquete), creo que te entiendo perfectamente. Sócrates como una referencia clara, pero muy "tocapelotas", y bastante ventajista en el uso de la lógica. A veces, más que mayéutico, no parece sino el sofista más listo.
ResponderEliminarLa duda que siempre tengo, (a ver si me puedes ayudar), es ésta: Creo entender que, cuanto más temprana es la obra de Platón, más "Sócrates-pura" es. A medida que avanza, es menos socrática y más Platón, aunque siga apareciendo Sócrates como protagonista. ¿Esto es así o me estoy haciendo un lío?
Sí, sí, esa es la visión más tradicional, sí, pero échale un galgo a la teoría.
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