lunes, 30 de septiembre de 2013

En la iglesia de la Magdalena de Valladolid

Hacerse un escudo de varios metros en la puerta de "tu" iglesia en el que se grita "porque yo lo valgo" no deja de ser curioso. Eso es lo que hizo don Pedro de la Gasca, que según su entrada enciclopédica fue político fino y el pacificador del Perú frente a los hermanos de Pizarro. Carlos I le hizo Obispo.
Y esto es lo que pone: Caesari restitutis Peru regnis tiranorum spolia (Despojos de los tiranos, restituídos al César [=Carlos I] los reinos del Perú). Y ahí están, en el escudo las banderas caídas con una P gigante [mirad, mirad].

En el medio, su tumba. Esto pone:

Accepit regnum decoris et diadema speciei manu Domini (cf. sab. 5.16: Recibió el reino del honor y la diadema de la belleza de mano del Señor). No tenía problemas de autoestima, no.

Y en una puerta lateral me metí, por no dejarme nada. Y me di de morros con una capilla morrocotuda con un retablo que quitaba el hipo, de Francisco Giralte. A mí dadme retablos del XVI y ya no quiero más [todos los datos y fotos excelentes en esta entrada de un gran blog]. Yo pongo aquí dos cutrefotos mías:



viernes, 27 de septiembre de 2013

Waugh sobre México

He terminado de leer otro libro de Evelyn Waugh: Robo al amparo de la ley, un reportaje de 1939 sobre las expropiaciones de petróleo y al final sobre México. Empieza fuerte:
Permítame el lector advertirle que cuando fui a México era conservador y que todo lo que vi confirmó mis opiniones. Creo que por naturaleza el hombre es un exiliado y que nunca será autosuficiente o perfecto en esta tierra; que sus oportunidades de ser feliz y virtuoso aquí son más o menos constantes a lo largo de los siglos y que, por lo general, las condiciones económicas y políticas en las que vive no le afectan mayormente; que el equilibrio entre el bien y el mal tiende a concretarse en una norma; que los cambios repentinos en las condiciones físicas son generalmente nocivos y que son auspiciados por personas y razones equivocadas; que los intelectuales comunistas de hoy día tienen fundamentos personales pero irrelevantes para su antagonismo con la sociedad que intentan explotar. Creo en el gobierno; que los hombres no pueden convivir sin reglas, pero que éstas deben mantenerse al nivel de seguridad mínimo; que Dios no ha decretado una forma de gobierno mejor que otra; que los elementos anarquistas en la sociedad son tan vigorosos que mantener la paz es una labor a tiempo completo. Creo que la desigualdad de bienes y posición es ineludible y que, por lo tanto, carece de sentido discutir las ventajas de su eliminación; que los hombres encuentran de manera natural su lugar en un sistema de clases; que tal sistema es necesario para toda suerte de empresa conjunta, en particular la de mantener unida a una nación. Creo en la nación; no en términos de raza o de destinos divinos para la conquista del mundo, sino sencillamente así: inevitablemente la Humanidad se organiza en comunidades de acuerdo con su distribución geográfica; al compartir una historia común, estas comunidades desarrollan características comunes y estimulan la lealtad local; la familia individual se desarrolla más feliz y en plenitud cuando acepta estos límites naturales. No creo que la prosperidad británica deba ser necesariamente hostil, pero si en ocasiones lo es, quiero que Inglaterra prospere y no sus rivales. Creo que la guerra y la conquista son ineludibles; así se ha forjado la historia y así es como va a desarrollarse. Creo que el arte es una función natural del hombre; da la casualidad de que buena parte del arte más grandioso ha surgido dentro de sistemas de tiranía política, pero no creo que tenga relación alguna con un sistema en particular, mucho menos con un gobierno representativo, como se ha vuelto una creencia popular en estos días en Inglaterra, Estados Unidos y Francia; los artistas siempre han dedicado algo de su tiempo libre a lisonjear al gobierno que los rige, así que es natural que, ahora, los artistas ingleses, estadounidenses y franceses sean veleidosamente democráticos. Leído este breve compendio de las opiniones políticas que llevé conmigo a México, al lector que le parezca poco compasivo puede mandar el libro de vuelta a la librería y solicitar alguno más tranquilizante. Dios sabe que encontrará de sobra (Prólogo, 32-33).
No se le podrá acusar, pues, de hidden agenda, a Waugh.

No se cansa de alabar el arte colonial y de echar pestes tanto del arte precolombino (esas monótonas pirámides) como de los muralistas revolucionarios (82: "enormes y chabacanos frescos de Diego Rivera"). Frente a esa retórica indigenista y ese arte propagandístico, Waugh es partidario de profundizar la herencia española (82-83), no por española: por civilizatoria.

Es muy duro también con los gobernantes de después de la colonia: "en una generación se arrasó con el trabajo de tres siglos de dominio civilizado dejando la nación en la bancarrota, desacreditada en el extranjero y dividida en odios irreconciliables en el interior" (150).

Pero la suya no es una actitud paternalista. Hay por ejemplo una muy fina comparación con el sistema de la 'civilizada' Inglaterra (159):
Las elecciones, incluso en países racialmente homogéneos, con educación extendida y una tradición de servicio público desinteresado, son guías caprichosas; en Latinoamérica siempre han sido ridículas. En varias partes del mundo hay diversos medios de asegurar las elecciones: un candidato puede comprar los votos a la antigua usanza inglesa, con dinero contante y sonante; a la nueva usanza inglesa, con promesas de pagar con fondos públicos una vez elegido; puede desalojar a sus oponentes de su casa de campo o dispararles con ametralladoras en las calles de Cicero; los mexicanos, en su mayoría, prefieren dejar las papeletas sin contar y servirse de las listas elaboradas en las oficinas generales del partido.
Me gustó sobre todo la segunda parte del libro, después de la parte histórica, porque sé muy poco de historia de México y me perdía.
A Waugh se le ve fascinado por ese país, sobre todo por los católicos mexicanos, con sus problemones y sus grandes pecadores (su amigo Greene estuvo por allí: de ahí El poder y la gloria), pero de todos modos. Me dio la impresión de que la élite le parece detestable y la gente común, admirable, algo que me ha dicho mucha gente a mí también.

Lo que no sé es qué les pareció este libro en México cuando se publicó y después. La progresía intelectual debió de odiarlo con todas sus fuerzas (empezando por ningunearlo, claro).

jueves, 26 de septiembre de 2013

Venga, a jugar a los castillitos

En la Casa Revilla de Valladolid estuvo por agosto una exposición sobre juguetes de arquitectura de la colección Quiroga-Monte [noticia y vídeo] que me gustó mucho:


[Arquitectura moderna - años 20]


[Mi pueblo, años 20]




[El pequeño arquitecto - 1892]


[Construcciones Planetarias Satélite -1955]

Y vamos a ponernos melancólicos con el Exin Castillos:


miércoles, 25 de septiembre de 2013

Todo es de color

Un día, de vuelta de Toro, subimos de Tordesillas hasta san Cebrián de Mazote: pero estaba cerrada la iglesia, una de las más bonitas del mundo sin exagerar. Eran casi las ocho y no hacía tanto sol (fue el día de más calor de un benigno y piadoso agosto para Valladolid), los campos estaban ya segados y creo que era ese día cuando había una especie de nubes al Oeste que resultaron ser cenizas de fuegos de Galicia y Portugal.
Ya -creo- no lejos de Zaratán (feo nombre de primeras, pero lo piensas y es hasta conmovedor), en una llanura de páramo con gigantes de energía eólica alrededor (no soy -Dios me libre- contrario a las máquinas, incluso ahí),

se nos cruzó un pájaro de vivos colores verdes como del Orinoco

: un segundo, visto y no visto.

martes, 24 de septiembre de 2013

Torrelobatón

Con la alegría de Wamba dentro, el camino hasta Torrelobatón fue otra fiesta: los campos amarillos segados y los restos de verde por los bordes, los pocos árboles y el cielo azul no me pudieron parecer más bonitos.

Por segunda vez me encontré el castillo a punto de cerrar. Mejor: aborrezco los Centros de Interpretación. Y al castillo, lo mejor es verle la altura, y pa' eso, desde fuera vale:


La iglesia tenía una torre infame, pero  no puedes dejar ni una sin ver por esa zona: y resultó ser una maravilla, con un retablo del XVI; romanista, dicen:



Por ejemplo esta adoración de los reyes en el banco:


Y el sagrario, con ese Cristo excepcional:

lunes, 23 de septiembre de 2013

Wamba



Nos acercamos una tarde a Wamba, de la que solo recordaba el osario. Y, ay, qué hermosa iglesia románica de cabecera mozárabe nos encontramos. Además, había un guía que lo explicó todo admirablemente bien: qué buena explicación, qué gran tipo.

Mirad qué capitel:


Estas pinturas estaban en el ábside:


Y para redondear la fiesta, además de las naves románicas tan esbeltas y los restos del monasterio de la Orden Hospitalaria alrededor, había en una tumba este retablito del XVI, bien interesante:















[más fotos y explicaciones de Wamba aquí y aquí]

sábado, 21 de septiembre de 2013

La Catedral de Valladolid

La Catedral de Santiago es fundamental en la ciudad: es el centro en torno al que gira todo.
En Burgos todo era la Catedral (pero ahora todo es Atapuerca, lo que me pone de pésimo humor cuando me acuerdo).

En Valladolid el problema quizá era la Catedral (ya lo expliqué hace años).Yo esta vez hice fotos por detrás [y la wikipedia tiene una entrada cojonuda muy buena con un montón de información]:


Se hizo solo una nave hasta el crucero y la colegiata que iban a tirar quedó ahí. La torre octogonal y el Sagrado Corazón de hormigón son del siglo XX. La guinda.


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La suerte es que aunque perdimos una majestuosa Catedral herreriana (un escorialito), conservamos las bóvedas mudéjares:



Y lo poco que es la Catedral herreriana a mí me gusta mucho:


[de wikipedia]

jueves, 19 de septiembre de 2013

De reportero en la selva

Se puede estar de varias maneras en un sitio: como una maceta, presente sin más o estar con la intención. Yo quería estar en la tesis de Antón y lo conseguí:


Y mira que son raros estos de ciencias: pocas páginas (¡no llegaba ni a 180 con índices y todo, y luego que está todo lleno de gráficas!). Aunque bueno: en inglés, que cuesta más, claro.
Le dedican los de ciencias un montón de espacio a los agradecimientos (casi parecía la entrega de los Oscar): hasta va a resultar que tienen su corazoncito. En las humanidades, en cambio, todo lo más un párrafo avergonzado y un mención entrecortada en la exposición.

Yo lo más que había visto en una tesis era a diez personas y por compromiso. Pues todos estos asientos se llenaron y hasta había gente por el suelo. Antón tuvo que quedarse de pie para defender su tesis:


Entre el tribunal dominaba el estudiado desenfado del profesor de película enrollada de Universidad yanqui de la Aivilig.

Antón lo tenía todo preparado al milímetro: la presentación con todas las gráficas, los puntos salientables, las bromas medidas y un poco frikis marca de la casa.

Claro, el tribunal estuvo en su papel haciendo ver que sabían más. Y que si gracias al director de la tesis. Y que si es un honor estar aquí. Y qué prometedor futuro del 'doctorando'.

Antón no se frotó las manos antes de contestarles porque es bien humilde, pero hubiera podido. Y les fue explicando -qué buen profesor será: debería haber colas a la puerta de la Facultad ofreciéndole trabajo- con gran paciencia lo que entonces descubrieron que en realidad no habían acabado de entender.

Grandísimos aplausos que se oyeron hasta en Santiago de Compostela (y algún poco académico hurra). Grandes abrazos y gran alegría.

Y en vez de irse con el tribunal a pagarles una comilona, montó para todos una comida de pinchos en la típica aula que nadie usa (qué rancia es la Complutense). Los becarios de Biología salieron de la sima del hambre en ese rato -las becas o el haber dejado de tener una, eso es un problema para comer caliente a diario.

[todo esto, claro, basado en hechos reales. Todos los detalles exactos, en el blog de Antón]

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Críticas de JRJ a escritores sobre Castilla

Vuelto de Valladolid y con la emoción de tanto campo en la retina, me encontré entre papeles este texto de JRJ (Guerra en España, p. 606-607) que me ha vuelto a parece de tremendo interés. Ojalá lo hubiera tenido cuando escribí sobre el paisaje de Castilla y los escritores a los que se refiere aquí (pongo en negrita lo que más me llama la atención):
[Está contando que Ortega le criticaba su línea poética] Él hubiera preferido que yo cantase a Castilla como Unamuno o como Antonio Machado, o como un conjunto de los dos; que él había escrito ya que su ideal de poesía castellana sería un Antonio Machado, menos descriptivo, con un Miguel de Unamuno más sensorial; pero yo no podía intentarlo sinceramente, ni estaba dispuesto a proponerme a ello. Yo tenía conciencia de que era andaluz, no castellano, y ya consideraba un diletantismo inconcebible la exaltación de Castilla (y sobre todo de la Castilla de los hidalgos lampones, tan de la picaresca) por los escritores del litoral, Unamuno, Azorín, Antonio Machado, Ortega mismo. Prefería ya, y sigo prefiriendo, a los escritores que escriben de lo suyo, Baroja, Miró, Valle-Inclán, en su segunda época; y nunca pude, aun cuando haya contado muchas veces en prosa lo que veía en Madrid, donde yo vivía, o en mis viajes por los nortes de España, considerarme castellano. Declaro francamente que soy enemigo de ese "eternismo casticista" de mesón del segoviano, cofradía de la capa y otras necedades tan cercanas al patio de Monipodio; y creo que el mejor hijo­ de algo es el hijo de su tiempo, de su lugar en el espacio y de su conciencia. Hay un soneto mío, que yo detesto, el que empieza: "Estaba echado yo en la tierra, enfrente del infinito campo de Castilla", por el que me felicitaron mucho Francisco Giner, Manuel Bartolomé Cossío y otros amigos de la Institución Libre de Enseñanza, cuya ideolojía de la segunda mitad del siglo XIX era la misma que la de Antonio Machado, Azorín y gran parte de Unamuno. Pero mi idea instintiva de entonces y conciente de luego, era la exaltación de Andalucía a lo universal, en prosa, y en verso, a lo universal abstracto; y como creo que es verdad que el hábito hace al monje, yo me puse por nombre "el andaluz universal" a ver si podía llenar de contenido mi continente. Lo que Ortega no sospechaba, ni yo se lo dije en aquellas ocasiones, era que yo atravesaba una profunda crisis formal y estaba escribiendo en aquel momento los poemas de Estío y Sonetos espirituales, que marcan un cambio fundamental mío, no sólo en espresivo intelijente o sensitivo, sino en lo más interior; y esto es lo que los dos libros señalan al comienzo de mi segunda época. Madrid ha sido siempre un gran nivelador de estilos para los poetas de otras rejiones; y es sabido que los mayores poetas contemporáneos de España, los más completos, vienen de los litorales. Insisto es que yo no puedo comprender por qué fusiones o confusiones, Unamuno, Azorín, Antonio Machado, etc. cantan a Castilla con tal consecuencia amanerada, y lo que menos me gusta de todos ellos es lo que a esta Castilla, madrastra de ellos, se refiere, Castilla, la para mí forera, esquisita, ha venido a ser, por culpa de los falsos actores de latiguillo del falso 98, una odiosa mansión de la más falsa aristocracia, como Andalucía fue y sigue siendo odiosa, cantada por los turistas o los complacedores de los turistas, como la mansión de la jitanería esterior. Tan de pandereta es la Andalucía de Théophile Gautier como la de Salvador Rueda o la de Federico García Lorca, aunque con distinta calidad y conocimiento. Es claro que Unamuno es un gran poeta en sus poemas abstractos, los de más alta esfera, y que Azorín escribió unos primeros libros levantinos verdaderamente bellos, y que Antonio Machado tiene, antes y después de sus Campos de Castilla, las hermosísimas canciones de su juventud y su senectud. Yo doy todos sus poemas castellanos por uno de sus Galerías o por uno de los últimos poemas de Abel Martín. (...) Sea todo esto como sea, yo había leído mucho, en mis siete años de campo moguereño, a San Juan de la Cruz, a Santa Teresa, a Fray Luis de León, poetas de espacio y tiempo jenerales, y castellanos naturales, sin decirlo; y ellos eran los que influían más en mi cambio tan favorable.

martes, 17 de septiembre de 2013

La Iglesia de San Miguel (salas interiores)

En la Iglesia de san Miguel de Valladolid se puede ahora visitar la sacristia y la capilla relicario, esta:

Los bustos de arriba de Padres de la Iglesia son, sí, de Gregorio Fernández.

Y este es el retablo, que solo pude ver de lado:


Son, ay, fotos muy malas, bien lo sé (y eso que Picasa las 'mejora'). Pero esta de los azulejos de la entrada con la sombra de la reja tiene un pase:


Fotos buenas: las de una buen texto sobre relicarios en Valladolid. También esta gran colección de fotos con todas las salas interiores

Y luego había una colección excelente de arte allí. Yo me fijé en esto:


Santa Edilberga


Santa Wilburga [malísima foto mía, sí]


Santa Elena


Santa Margarita de Escocia


Santa Waburga


Santa Edith.

Es una serie de santas reinas inglesas que estaban en dos retablos a la entrada de la iglesia y que ahora han guardado dentro. Son de Juan de Roelas, de 1602, antes de que se fuera a Sevilla. Yo tuve el pálpito de que los había encargado mi doña Luisa, la de Carvajal. Ahí lo tenéis: una hipótesis mía gratis, sin guardármela para mí ni publicarla en exclusiva en revistas de impacto.

Pero rebusco y veo que hay un artículo de Ignacio Cano sobre esta serie. Quizá diga algo de esto (en la USC el libro no lo tenemos).

lunes, 16 de septiembre de 2013

La iglesia de san Miguel

Ya pensaba que conocía bien esa iglesia, pero he caído en la cuenta de que mi muy escasa memoria para el arte me hace casi igual al protagonista de Memento: todo me pilla de nuevas.
Y qué gran antigua iglesia de los jesuitas, con imágenes de Gregorio Fernández por todas partes (de piedra incluso), por ejemplo este yacente exento tremendo:


Pero también dos retablos morrocotudos de san Ignacio y san Francisco Javier:




Y el retablo central no era de Gregorío Fernández, pero no estaba nada mal.

Yo no sabía que además se podía visitar la sacristía y la capilla relicario que hay al fondo.

[aquí muchas fotos y aquí también, con explicaciones; le he cogido la foto de los retablos]

viernes, 13 de septiembre de 2013

Lo que me perdí en Valladolid

Tenía muchas ganas de ver la Iglesia de los Santos Juanes de Nava del Rey [estaba cerrada por obras].
No pude ir al final a Ávila, donde estaban unos amigos.
Pero sobre todo me quedé sin ir a Madrid y sin visitar el Prado. Allí está la exposición La belleza encerrada*, que también me voy a perder, parece.

Y allí, este vídeo excelente:


*[aquí los 11 vídeos en que van comentando obras concretas]

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Llanos feraces

Me invitaron a merendar en una finca del páramo, cerca de Valladolid.
Llegué un cuarto de hora antes y metí el coche casi en la cocina. No me acordé de llevar nada, solo la molestia suplementaria de mi régimen sin sal.
Hacía sol de calor suave. Al final de la tarde se puso majestuoso muy lejos al fondo.
Me pasearon por los edificios. El color de las puertas era del que Aurora me había señalado, y era verdad: ese verde gastado metálico es muy de por la meseta. Había paredes de adobe. Había una casa de piedra blanca y ladrillo rojo oscuro. Y maquinaria como la de mi tío José Mari: cosechadoras, aventadoras, tractores (y un John Deere de juguete, de puro hierro).
Fuimos a ver un campo de garbanzos: esas plantas secas que plantaba mi abuelo Epi.
El gusto de oler a trigo almacenado en la panera.
En el porche estaba sentada la abuela (de frases memorables, aunque ya no ahora). A su lado una nieta -lánguida por guapa- leía un Tintín. Otra más joven apareció después. A las dos las rondaba el perro, que subía las patas a la mesa y al que trataban como a un hermano pequeño un poco pesado.
Los varones hablaban todos con alegría de las labores agropecuarias, de los datos de la producción de cereal.
El padre me enseñó pequeños objetos arqueológicos, muy bonitos, que habían encontrado por allí.
La novia catalana había traído butifarra de muchos tipos: yo me comí -ay- solo una, amargada además por la conciencia de estarme saltando el tiránico régimen.
Estaba también una tía -vestida de verano en el campo- y su hijo calvo y barbudo que parecía un motero: hablaron con entusiasmo de un poema de Belloc.
La catalana hizo una tarta para recordar.
Bebí dos copas de champán, aunque no debía (también -ay- me han pillado por el ácido úrico).
Apareció otra tía al final: la conocía yo de vista, de la Universidad cuando en Valladolid. Presumía de enfermedades ligeras que nadie se tomaba en serio.
Y como siempre, la madre en segundo plano. Pero era la clave, claro.

El páramo tiene mala fama, pero este es una tierra feraz, con agua debajo y mucho cereal encima. En la Biblia los montes son malos y serán allanados: la llanura verdeará. El paraíso será un páramo.

martes, 10 de septiembre de 2013

Y cosas del Museo de Valladolid

Como otros Museos provinciales -soy muy partidario de todos y me los pateo a conciencia- el Museo de Valladolid tiene una parte de arqueología y otra de artes.
La arqueología prehistórica -igualito que los diosaurios- tiende a aburrirme, qué le voy a hacer.

Ya los romanos es otra cosa. Estaba allí la tessera hospitalis de Montealegre, bien bonita:


[foto del Museo, junto con otras cosas destacadas]

Y luego, de pintura había varias tablas del Maestro de Osma. Un amigo me ha revuelto todas mis fes ingenuas en esas atribuciones, así que ya no sé si existió el tal Maestro o no. Hasta me empecé a fijar en caras, pliegues, paisajes y manos, a ver si descubría distintos autores bajo esa cómoda etiqueta única. Pero mirad qué cara:



O este paisaje:


O estos botes en la alcoba de la Virgen en la Anunciación:

lunes, 9 de septiembre de 2013

Acteón en Valladolid

La segunda vez que visité el Palacio de Fabio Nelli, donde está el Museo de Valladolid, vi casi en la puerta unos azulejos y me metí a verlos:


[foto del artículo sobre Loaysa en wikipedia]

El de abajo a la derecha:


Resultaron ser de Hernando de Loaysa, de 1586, con motivos mitólogicos. A mí me alegró mucho ver en un lado al pobre Acteón, que vio desnuda a Ártemis y fue convertido en ciervo y acabó devorado por sus propios perros: