lunes, 8 de septiembre de 2025

Del fuego al agua: tres semanas en Riaza

He estado tres semanas en Riaza, en Valdelafuente.

A la ida nos pararon en medio de la autovía entre Orense y Zamora y estuvimos más de dos horas viendo hidroaviones pasar y echar grácilmente agua en las brezales que ardían en el monte de enfrente. Todo eso podría deberse a que yo había escrito aquí que no leía noticias de incendios, pero no: fue por pura coincidencia. 

A la vuelta, paramos en el lago de Sanabria, a ver agua. Nos gustó mucho el paisaje azul y el contraste con las laderas muy rocosas, pero también con restos de incendios. Un círculo se cerraba.

La casa de Riaza la diseñó Antonio Fernández Alba: era en principio un albergue de montaña (la estación de esquí de La Pinilla está cerca). La recubrió completamente de pizarra, del suelo al techo. Una crítica que yo me arriesgo a hacer, aunque sea a un arquitecto reconocido, es que era todo muy oscuro en el interior (y estoy hablando de oscuro en el mes de agosto). Yo a veces tenía problemas para leer en mi habitación, porque la ventana estaba tan metida en el envoltorio pizarrístico que la pobre luz no conseguía llegar.

Me moví poco por la zona, en los límites con Soria y Guadalajara, claramente uno de los centros de la España vaciada. Riaza es un pueblo con plaza que se dobla en plaza de toros, una iglesia normalita y muchos veraneantes de Madrid. Me dio la impresión de que muchos pueblos de por allí eran así: tan lejos de Madrid como para no vivir todo el año allí y tan cerca, una hora, como para veranear y pasar allí fines de semana. No sé cómo será Riaza en invierno: me imagino que un pueblo desolador, abandonado.

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