Me hizo ilusión la posibilidad de ir un día a Trento, al poco de llegar a Innsbruck, porque estaba a poco más de dos horas.
No tenía demasiadas esperanzas de ver algo espectacular, pero sí de estar allí, de respirar aroma tridentino. Y de hecho hasta me hizo ilusión ver que tenían en la plaza de la Catedral a Neptuno. En ese momento caí en la cuenta de la relación de "tridente" con "tridentino".
Me perdonaréis que traiga aquí a colación la mítica cita de Menéndez Pelayo:
España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vetones o de los reyes de taifas.
Llamaba la atención lo excesivamente italiano que era todo en Trento: calles Verdi, Rosmini, y las demás también así, rotuladas con figuras patrias. Había un café Italia en la plaza y otro Venecia.
Fuimos al castillo, del que me temía lo peor: quizá son muchas ya las experiencias de fortalezas mastodónticas centroeuropeas de paredes gordas. En cambio había una finura en el castillo de Trento que era italiana de verdad, les había llegado el aroma a la ciudad imperial. La vista desde allí, con los montes de fondo, también era muy buena:
Para mayor alegría, había una exposición excelente en torno a Durero, que pasó por Trento camino de Italia y hasta hizo una acuarela del castillo, que aparece como está ahora, con pocos cambios. La exposición era sobre el paisaje en torno a Durero y había muchos retratos con paisajes nórdicos, de Durero y otros. Qué bien y por sorpresa. Me cobraron tarifa de jubilado, lo que me deprimió: les expliqué que yo era más joven, pero ya quedó la cosa así.
Hasta me alegró ver una piedra con el "Conócete a ti mismo en griego y en latín, ΓΝΩΘΙ ΣΑΥΤΟΝ ID EST COGNOSCE TEIPSUM:
Luego el Museo tenía muchas otras cosas interesantes, sobre los romanos en la región, Retia entonces; antes sobre los celtas, también algunas referencias a la problemática historia a caballo entre Italia y Austria. Pero os pongo de la exposición de Durero este retrato de Gregor Angerer, un canónigo de Brixen (Bressanone en italiano), pintado por Marx Reichlich o como quieran llamar al autor:
Muy bonita la entrada de ayer, y muy bonita esta; pinta bien la crónica del verano. Siento lo de la entrada de jubilado...
ResponderEliminarLo de la entrada de jubilado dolió, la verdad
EliminarPor lo que cuentas, poco o ningún recuerdo del glorioso concilio, lo único que pone a Trento en el mapa, y en la historia grande... O lo has dejado para otra entrega, que ya nos vamos conociendo. En ese caso, deseando leerla. Un abrazo
ResponderEliminarNo, no había, o no vi, nada del glorioso Concilio. Creo que se celebró en otra iglesia, que no vimos. Fuimos un poco a la pata la llana y se nos escaparon cosas, pero mucho del Concilio no había.
EliminarMenéndez Pidal acertó de lleno, eh.
ResponderEliminarMenéndez Pelayo. El texto tiene una gran fuerza.
Eliminar