He disfrutado mucho de Fractal del Salón de pasos perdidos. Una novela en marcha, ese volumen que han hecho entre varias personas antologando 20 de los 24 volúmenes, por ahora, de que consta el Salón de pasos perdidos, el gran proyecto novelesco de Andrés Trapiello a partir de las anotaciones de sus diarios.
Es impresionante el logro del Salón de los pasos perdidos y sus más de diez mil páginas, que he leído y releído, pero tener la posibilidad de leer un volumen antológico me interesó. Yo lo que habría querido era leer los 24 volúmenes por primera vez: cuánto daría por empezar con El gato encerrado y seguir volumen a volumen esa novela en marcha. Esa suerte ya la tuve: debío de ser en torno a 2004. Leí primero El tejado de vidrio, luego volví atrás y ya continué en orden, hasta ahora. Leer esos volúmenes ha marcado mucho mi manera de entender la literatura y el arte. Tengo un montón de motivos para agradecerle que los escribiera, además del puro disfrute de las primeras lecturas y de las relecturas de muchos de los volúmenes. Yo pienso que el Salón de pasos perdidos es uno de los grandes monumentos de la literatura reciente. No encuentro nada a la altura. Pienso en las Memorias de Canetti o los Diarios de Knausgård, en ese género memorialístico, pero son otra cosa y además más breves, menos apegados al momento, con otro humor, eso sobre todo.
He disfrutado mucho también de Fractal, aunque me da como vergüenza decirlo, porque en realidad prácticamente todo el libro lo había leído ya. Y buena parte de él dos veces por lo menos. Así y todo, me he vuelto a reír a mandíbula batiente con el viaje a Toledo de Gimferrer y me he emocionado otra vez con el entierro de Ramón Gaya. Me ha vuelto a doler el relato del 11M, pensando yo además ahora en los veinte años que aquellos días trágicos trajeron consigo, una desgracia para España: Zapatero y luego Rajoy y luego Sánchez, todo a partir de aquellos aciagos días, también con aquellas manifestaciones que auparon a Zapatero. Pero por mucho que me apene lo que cuenta, lo que hay en Fractal es un relato vivo de esos días.
Yo creo que Fractal puede ser una muy buena vía de acercamiento a los diarios de Trapiello: hay mucho menos de crítica literaria y más de episodios narrativos, todo es más acelerado, falta a veces un contexto más amplio, pero el libro tiene entidad, se sostiene como tal, pero sobre todo como promesa de la posibilidad de disfrutar y aprender de una obra oceánica, sin parangón en la literatura española.
No me quiero poner de abuelo Cebolleta ni convertir, todavía más, estas líneas en un "X y yo", pero ya en 2007 me preguntaba por qué me gustaban tanto esos libros y me daba a mí mismo buenas razones. Y en 2006 me había leído trece volúmenes y estaba en la relectura y me planteaba intentar estar a la altura. Ya en 2005 hacía una lista de escritores en los que veía características comunes, con Trapiello entre ellos.
A mí me pasa lo contrario que a ti: he intentado varias veces leer el "Salón de los pasos perdidos" y no he podido. Y en lo poco que he leído de ese falso Diario (no se sabe si todo lo que cuenta es verdad, él mismo dice que es una "novela", está demasiado reescrito y suena con frecuencia a invención), he encontrado tonterías que me han quitado las ganas de continuar, como por ejemplo:
ResponderEliminar"La prosa de los poetas del 27 es la cosa más triste de toda la literatura. A los poetas buenos se les ve, sobre todo, en la prosa..." ("Siete moderno", 2003). Recordemos que César Vallejo, por sólo poner un ejemplo, que es para mí el mejor poeta en español del siglo XX, escribía una prosa macarrónica.
O:
"Sonaba en la radio un motete de Wilhelm F. Bach, el mayor de los hijos del maestro, aquel en el que el padre había puesto mayores esperanzas. Sin embargo, el hijo jamás llegó a nada, llevó una vida de desorden y murió en la miseria. Durante su carrera se apropió de muchas obras de su padre, a las que puso su nombre." ("Las cosas más extrañas", 1997).
W.F.Bach no era el mayor de los hijos de Bach sino el segundo (el primero era Carl Philipp Emanuel) y eso de que "jamás llegó a nada" es un invento de Trapiello, porque aparte de haber escrito una obra considerable (aún mal estudiada y grabada en disco) ejerció su oficio de compositor y de organista en diversos puestos o independietemente durante casi medio siglo.
Y luego hay el estilo de Trapiello, que para mí es muy mediocre. Sobre él estoy totalmente de acuerdo con el comentarista P. Morales del blog "Crisis de papel":
https://crisisdepapel.blogspot.com/2024/06/para-los-muy-cafeteros.html
No estoy en absoluto de acuerdo con el tal Morales, que no sé por qué traes aquí, como si lo que dice fueran argumentos de autoridad.
EliminarLo del estilo no sé cómo se supone que tiene que ser para que sea bueno: creo que no estoy en absoluto de acuerdo con él. Me imagino que le gustará algo tremendamente barroco o afectado, justo lo contrario de lo que me gusta a mí.
Las pegas que le pones tú me parecen nimias, la verdad.
P. Morales pone ejemplos del estilo de Trapiello que a mí me parecen increíbles en un escritor con su experiencia literaria (de lectura y escritura). Yo no pido que Trapiello escriba como Alfonso Reyes o Gabriel Miró, pero por lo menos que lo haga de manera natural.
ResponderEliminarY luego ciertas opiniones de A.T. sobre literatura o música que yo le he leído (y he leído su "Salón" muy poco), me parecen indicios claros de que no es un gran escritor y me quitan las ganas de seguir leyéndole.
¿Cómo se pueden escribir burradas como ésta: "Rimbaud es la proyección exponencial de la mínima expresión de poeta, algo así como un mosquito que se cruza en el haz de luces del proyector de cine, proyectándose sobre la pantalla como un monstruo de proporciones pleistocénicas [...] Ha andado uno ligero hablando antes de un mosquito. Rimbaud es la proyección de un deseo (el de Verlaine) proyectado sobre la tapia desnuda de una nación impresionable con los genios, y tan escasa de ellos, contra lo que
pudiera parecer, como es Francia"? Y sobre todo, ¿cómo se pueden escribir burradas semejantes cuando sólo se ha leído a Rimbaud en traducciones españolas más que dudosas? ¿Cómo alguien que no lee el francés puede decir que Francia es un país escaso de genios literarios?
¿Cómo puede un escritor serio escribir sobre "Une saison en enfer" y "Illuminations": "El tesón de los profesores y especialistas en la exégesis de esos textos que no tienen el menor valor es en verdad cómico", cuando se han leído -si se han leído de verdad- en traducción? ¿Cómo se puede despreciar hasta ese punto la extraordinaria crítica francesa cuando no se lee el francés?
Y A.T. no sólo considera a Rimbaud como un escritor insignificante, sino también a Byron, a pesar de que no lee tampoco el inglés (si leyera el francés y el inglés no escribiría semejantes tonterías):
"El mito de Rimbaud, como antes el de Byron, está muy lejos de su obra, de esos poemas mediocres o de esos fragmentos de "Una temporada en el infierno" (el infierno en ese caso es su propia prosa insignificante)."
(Troppo vero, 2009)
Si cosas así las encuentro yo, que he hojeado dos o tres volúmenes del "Salón", me pregunto cuántas barbaridades de ese tamaño puede encontrar alguien que haya leído los 24 volúmenes de su diario...
Creo que Andrés Trapiello es uno de los escritores que mejor escribe "de forma natural". Que al libelista ese que citas aquí no le guste el uso del "uno" es su problema: a mí sí que me gustaba mucho cómo lo usaba. Fue durante un tiempo.
EliminarRespecto a autores franceses, Trapiello sí que lee en francés; no sé por qué das por supuesto que no. Otra cosa es que a alguien puede no gustarle Rimbaud. Yo no he leído ni a Rimbaud ni a Verlaine ni a Byron, así que me tendría que callar, pero el hecho es que no voy a ponerme a leer a ninguno de los tres, porque a estas alturas de mi vida, qué me importa a mí Byron o Rimbaud: me importan un pito.
Yo he dejado de leer a autores por opiniones leídas de paso, por ejemplo Torrente Ballester, cuando ojeé su libro sobre Compostela y vi que no le gustaba la fachada de Santa Clara, que a mí sí que me gusta mucho. ¿Me pierdo a un gran autor por eso? No sé, lo mismo me da. Hay miles de escritores que no he leído. A estas alturas de mi vida, no me molesto en estar pendiente de una opinión concreta dentro de un libro determinado.
Yo entiendo tu juicio sobre Trapiello, porque lo juzgas con criterios diferentes a los que yo uso y porque tienes mucha menos experiencia en la lectura de Diarios, tanto españoles como extranjeros (yo he leído muchos por razones profesionales, por haber escrito sobre el tema - y por ello veo mejor la diferencia de calidad que hay entre el de A.T. y los demás). También tus criterios son menos literarios que los míos y a ti la poesía te interesa menos que a mí (tú mismo dices que Byron y Rimbaud te importan un pito). La diferencia entre nuestros juicios es, pues, normal - sin que ello signifique que mi opinión sea más válida que la tuya.
EliminarAhora imaginemos que A.T. dijera burradas sobre Homero y Platón, o sobre fray Luis de Granada o Chesterton, demostrando que opina tajantemente sobre lo que ignora por completo. ¿Seguirías diciendo que es un gran escritor y que su "Salón" va a pasar a la posteridad? Lo dudo.
En cuanto al francés, es evidente que si A.T. lo lee será el de periódico. El de Rimbaud es un francés muy difícil. Es como los extranjeros que leen la prensa española pero no se enteran leyendo el "Cántico espiritual" o las "Soledades" o la poesía de Lorca. Es imposible leer realmente en francés a Baudelaire, Verlaine o Rimbaud (sobre todo en voz alta) sin darse cuenta de la musicalidad y la belleza de sus versos, como no se pueden leer los versos de San Juan de la Cruz sin percibir las que contienen. Sobre todo cuando se es un experto en poesía (como parece considerarse a sí mismo A.T.).
Leer sus juicios sobre Rimbaud me ha recordado el artículo de un musicólo francés que tengo por ahí en el que "demuestra" que Bach es un compositor de segunda zona. Yo no sé si tú leerías el libro entero de un crítico musical que defendiera esa idea. Yo, desde luego, no.
Yo lo que no entiendo es que no puedas entender que a alguien no le guste Rimbaud, como si Rimbaud estuviera por encima de toda discusión y de toda ponderación. Y Rimbaud no es comparable a lo que es en la música Bach, eso seguro.
EliminarTrapiello dice cosas muy sensibles y muy bien apuntadas sobre Homero. De Platón no habla.
No podría decir cuánto francés sabe, pero sí que dice en los Diarios que lee a autores franceses en francés. No sé por qué tienes que pensar que su conocimiento de francés es limitado. Él ha publicado a poetas franceses y valora mucho a algunos como Francis Jammes, que muchos consideran de segunda: es una tradición en el otro extremo de la que tiene como abanderados a gente como Rimbaud, en concreto la que a mí no me interesa nada, porque van todos además en una recua. Tiras de Rimbaud y luego te vienen los surrealistas, los vanguardistas y toda esa peña infumable.
Y sobre diarios he leído unos cuantos y solamente podría parangonar los de Canetti (que no son diarios, sino memorias) y los de Knausgård (que destacan por su ambición y afán de sinceridad). En la literatura española no hay diarios mejores que los de Trapiello: me gustaría que me dijeses alguien que fuera mejor que él (no, Pla, no), porque yo hasta ahora no lo he encontrado. Me gustaron los de Iñaki Uriarte, pero es un proyecto mucho más limitado.
"Yo lo que no entiendo es que no puedas entender que a alguien no le guste Rimbaud, como si Rimbaud estuviera por encima de toda discusión y de toda ponderación." Una cosa es decir: - A mí no me gusta Rimbaud, y otra muy diferente es decir las burradas que dice A.T. sobre su poesía, sin ser capaz de comprenderla en francés. Yo entiendo que alguien me diga: - No le veo la belleza al "Cántico espiritual", o: - No me gusta la música clásica. Pero no entiendo que me suelte que los versos de San Juan de la Cruz "no tienen el menor valor" o que la música de Bach, Mozar o Beethoven es "insignificante".
EliminarPor otro lado, tú criticas a Rimbaud por una parte de los que vinieron tras él y le reivindicaron, gente también muy mediocre para mí ("Tiras de Rimbaud y luego te vienen los surrealistas, los vanguardistas y toda esa peña infumable"). Pero olvidas los elogios hechos a Rimbaud por los enemigos de todos los vanguardistas infumables, gente muy seria que conocía muy bien la literatura francesa en general y su poesía en particular: Paul Valéry, Gide, Paul Claudel, André Suarès, Saint-John Perse, Cocteau, Yves Bonnefoy o Christian Bobin... El hecho de que uno de los mayores admiradores (quizás el mayor) de Rimbaud sea el tan católico y conservador Claudel, que dijo más de una vez que la lectura de las "Iluminaciones" y de "Una temporada en el infierno" habían cambiado su vida, debería hacerte reflexionar sobre lo que es la obra de Rimbaud y sobre lo muy delirantes que son las opiniones que de ella tiene Trapiello. Te aconsejo también los textos que Valéry (el mejor escritor francés, para mí, del siglo XX) dedicó a Rimbaud - y de paso los que dedicó a Baudelaire y a Verlaine.
"En la literatura española no hay diarios mejores que los de Trapiello". De memoria y que yo haya leído (y todos ellos bastante más interesantes que el "Salón"): los de Jovellanos, Unamuno, Alejandro Sawa, Alfonso Reyes, Josep Pla, Anais Nin, Idea Vilariño, Max Aub, César González-Ruano, Zenobia Camprubi, Rosa Chacel, Alejandra Pizarnik, Ricardo Piglia, Iñaki Uriarte... (y alguno más que ahora no recuerdo).
Tu argumentación: Rimbaud está a la altura de san Juan de la Cruz, Bach, Mozart y Beethoven; Andrés Trapiello no sabe tanto francés como para poder valorar a Rimbaud, luego Trapiello es un escritor que no merece que pongamos los ojos en nada de lo que ha escrito. Y eso de que sabe poco francés, ¿cómo lo sabes? Me recuerda a los argumentos de aquel antiguo amigo de Trapiello que se dedicaba a ponerlo a escurrir por todo internet, que seguramente será el que escribe esas cosas ridículas en los comentarios del blog de JLGM.
EliminarRespecto a mí: me importa un bledo lo que le gustase a Claudel. Mucho menos todavía me interesa lo que le gustase a Gide, Bonnefoy o Bobin.
Te dije también que no me citases entre los diaristas a Pla: yo dejé el Cuaderno gris sin acabar, y no lo lamento. No tengo ninguna gana de leer ni a Idea Vilariño, ni a Alejandro Sawa, ni a González-Ruano, ni a Ricardo Piglia ni a Alejandra Pizarnik. Cero interés. De Rosa Chacel tengo empezado un libro como de memorias, pero me atasqué. Me gustó lo que leí de Zenobia Camprubí, pero bueno, vale, no como para convertirla en la mejor escritora del siglo XX.
Siempre me ha apetecido ponerme con eso, pero me asustaba un poco. Igual este compendio es lo ideal para mí, que cada vez me cuesta más concentrarme en la lectura, supongo que es un mal universal ahora.
ResponderEliminarPuedes probar, a ver.
EliminarYo tengo que agradecer a este blog el haberme aficionado a Trapiello. No he leído todos lo volúmenes publicados, porque algunos es imposible comprarlos a precio razonable, habré leído dos tercios de lo publicado, por lo que Fractal me ha servido para rellenar hueco-. El viaje a Toledo no lo había leído , pero si muchas de las alusiones que se hacen después en otras entregas. y estaba frito por leerlo. En general me parecen muy bien escritos, tiene pasajes desternillantes y otros que hacen que se te asome una lagrimita. Sus opiniones son con frecuencia discutibles. A mi me mata cuando le asoma el anticlericalismo feroz que padece y me da risa su hipocondria. A san Pablo lo puso a predicar al Dios desconocido en Éfeso, en vez de Atenas y a san Lucas lo convirtió en recaudador de impuestos, y algún gazapo histórico le he pillado, pero entre tanto escrito bien se le puede perdonar " quandoque bonus Homerus dormitat" cito de memoria, perdón si me equivoco........
ResponderEliminarAsí es, un error más o menos, tampoco es el fin del mundo. Y citas bien a Horacio: quandoque bonus dormitas Homerus.
EliminarTrapiello es un genio. Por supuesto tiene sus opiniones discutibles y sus errores y erratas. Eso da lo mismo. Es el tono general, el conjunto lo que vale. La naturalidad, el humor, la poesia, la originalidad. No hay nadie hoy comparable.
ResponderEliminarIgnacio Trujillo
EliminarIgnacio Trujillo
EliminarNadie lo leerá en 100 años. Es demasiado largo. Para sobrevivir, para ser considerado, se necesitan obras concretas: 100 pág, 500 pág o 1000 pág, da igual. Pero no 10.000 pág. Estas serán pasto de los académicos y estudiosos por un tiempo. Pero los lectores del futuro querrán, como nosotros, obras de una pieza: la Divina Comedia, el Lazarillo, las Coplas de Manrique, los Viajes de Gulliver, Pedro Páramos, el que queráis (es más, querrán, a la vista de los tiempos, obras "cortas"). Se le leerá, quizá, en antologías, pero la historia de la literatura no registra, a la larga, antologías (sólo se me ocurre la Antología Palatina). Esta objeción no es un juicio sobre su obra (he leído algunos volúmenes y creo que el tono se repite demasiado a lo largo de ellos, sin desmerecer su valor, pero con leerte cinco volúmenes al azar, ya te los has leído todos), sino una opinión sobre cómo funciona la "inmortalidad" literaria.
ResponderEliminarSaludos.
A mí me gustaría hacer una apuesta de qué si se leerá entero dentro de cien años, aunque (o mejor porque) sea muy largo. Yo disfruté enormemente de la serie de novelas contemporáneas de Galdós, y son bastantes y en general largas. El problema es que en cien años, todos calvos. Así que no tendremos manera de comprobar esto. Desde 1989 está aguantando bastante bien: 35 años, no son pocos.
EliminarCierto. Pero me pregunto quién lee los Episodios Nacionales al completo. Incluso cuántos leen cualquier volumen de ellos. O de las Memorias de un hombre de acción. Obras largas, meritorias, sí, pero que no responden a una economía de la supervivencia. Se leen más Fortunata o Jacinta o Nazarín, o La busca o El árbol de la ciencia. Y no aludo a ellas por novelas, sino porque son obras que uno coge de la estantería y las lee sabiendo que lee la obra al completo, como una experiencia única y de una vez. Queremos entrar, ver qué sucede y salir renovados o conmocionados. Eso no puede suceder en un volumen extensísimo de 10.000 págs (y perdón por insistir en esto). Sobre la apuesta, veremos quién la gana en el Purgatorio (no creo que vayamos al Infierno, pero el Cielo no depende de nosotros). Un abrazo.
EliminarYo leí 23 Episodios nacionales. Paré, pero podría haber seguido, aunque el Galdós de los últimos años no me gusta tanto. Si hubiera seguido en su línea de las Novelas contemporáneas, me habría leído seguro los 46, y tan feliz.
EliminarMuy interesante al respecto esta reflexión de Espada sobre Trapiello:
ResponderEliminarQuerido J:
Hace unos días compré el Troppo Vero de Andrés Trapiello, la nueva entrega de sus diarios. Ha llegado a los 16. Empezó en 1990, con 37 años. He hecho algunos números. Los diarios deben de suponer tres millones 400.000 palabras. Distribuidas en 19 años, da una media de 175.000 palabras. Lo que supone unas 500 palabras al día. Trapiello, aparte, escribe novelas, poemas, prólogos, artículos. Y no sólo eso: lleva un diario. Porque, señores: ¡estas 8.512 páginas publicadas sólo son un resumen! Podríamos calcular que Trapiello escribe unas mil palabras al día, que es lo que tendrá esta carta que te escriba. Son muchas palabras. Es posible que este número de palabras esté al alcance de algún periodista prolífico. Pero el periodista tiene un suplemento ventajoso: inmediatamente ve sus palabras en acción. Y recibe el consuelo, casi inmediato en nuestros tiempos digitales, de un insulto en la frente. Por contra, Trapiello escribe sin esa luz de esputo. Sin recompensa inmediata. Un palabra y otra. Nadie lo leerá hasta dentro de muchos días. Lo veo sólo en un pabellón vacío tirando una y otra vez a la canasta. Y lo peor, cuando encesta.
Este punto y aparte que te pongo debería ser doble. Ya sabes que escribo con todas las ventanas abiertas. Empezaba y llegó una carta: «Disculpe que le importune, amigo Arcadi…» La carta la escribe el pintor Pancho Ortuño, un antiguo amigo y vecino del escritor. Dice que acaba de enviarle a él mismo una copia. No conozco en persona a este hombre. Sé que vive cerca de la casa extremeña de Trapiello. Parece que durante un tiempo, y sin que yo supiese quién era, escribió en mis diarios digitales algunas parodias de Trapiello. Ahora reproduce un fragmento de Troppo Vero, donde el autor habla de la mujer del corresponsal, también pintora, de su actividad frenética limpiando el jardín. Dice de los dos, en un tono aparentemente cómplice y afectivo: «Ese jardín en el que trabajan ahora con tanta ilusión lo están haciendo con la idea de poder pintarlo un día en sus cuadros, y uno desea de todo corazón que lo acaben pronto, porque hasta que no lo acaben quizá no vuelvan a pintar. (…) Si antes les loábamos los cuadros, ahora les loamos las petunias». El párrafo es largo y aquí no puedo reproducirlo. Tampoco la muy airada apostilla de Ortuño que incluye esto: «La construcción del jardín de San Antonio no corresponde en el tiempo con 2002 [el año en que sucede Troppo Vero]. Entre 1994 y 1996 mi mujer perdió a sus padres y dos de sus hermanos fueron diagnosticados de cáncer. Mi mujer dejó de pintar y le ocurrió lo que a todos nosotros en un momento u otro de la vida: el pincel se le cayó de las manos. Teníamos San Antonio y un proyecto de jardín. Yo le había terminado la parte de arquitectura antes de las tragedias. Por suerte para todos nosotros, se agarró a su jardín con todas las fuerzas que le quedaban». El pintor sigue, cada vez más terrible. Y casi concluye, trastornadamente: «En San Antonio no hay petunias.»
La carta entró como una daga inverosímil, y ya sabes que yo no miento. Es una prueba más del riesgo que el escritor contrae cuando decide contar la vida. Las justas entre los pintores y Trapiello deben de ser interesantes, porque habitan en el no man’s land que dejan entre sí, cuando se empujan, la literatura y la vida. Pero no son ahora mi tema ni tengo más espacio ni tiempo. Trapiello da sus diarios a la publicación siete años después de los hechos que narran. Ignoro hasta qué punto los corrige y cuánto material original descarta. Pero está la evidencia de que hace siete años Pancho Ortuño era su buen vecino y hoy el pintor le llama miserable. Fantaseo con el escritor reclinado hace unos meses sobre el manuscrito original de este fragmento, con la pluma alzada, decidiendo. Da una gran melancolía verlo.
Sigue con salud.
A.