Es de la primera versión de la Guía de pecadores y me viene muy bien a mí, que no me he querido dejar vencer en las discusiones tantas veces. No os importará que resalte algunas frases:
En el modo del hablar conviene mirar que no hablemos ni con demasiada blandura ni con demasiada desenvoltura ni apresuradamente ni curiosa y pulidamente, sino con gravedad, con reposo, con mansedumbre, con llaneza y simplicidad. La buena agua dicen que no ha de tener ningún sabor y la graciosa y buena manera de hablar no ha de tener resabio de cosa exquisita y afectada.
A este modo pertenece también no ser el hombre porfiado y cabezudo y amigo de salir con la suya, porque muchas veces por aquí se pierde la paz de la conciencia, y aun la caridad y la paciencia y los amigos. De largos y generosos corazones es dejarse vencer en semejantes contiendas, y de prudentes y discretos varones cumplir aquello que nos aconseja el Sabio diciendo: En muchas cosas conviene que te hayas como hombre que no sabe, y oye callando y preguntando a los que saben.
Lo tercero conviene mirar, demás del modo, que digamos también las cosas en su tiempo, porque, como dice el Sabio, de la boca del loco no es bien recibida la palabra sentenciosa, porque no la dice en su tiempo. Y por el contrario, es cosa tan hermosa decir cada cosa en su lugar, que dice el mismo Sabio: Así como parecen bien las manzanas de oro sobre las columnas de plata, así las palabras dichas con sazón y con tiempo.
Lo último, después de todo esto, conviene mirar el fin y la intención que tenemos cuando hablamos. Porque unos hablan cosas buenas por parecer buenos, otros por parecer discretos, otros por venderse por agudos y bien hablados; de lo cual lo uno es hipocresía y fingimiento, y lo otro vanidad y locura. Y por esto conviene mirar que no sólo sean las palabras buenas, sino que también el fin sea bueno, pretendiendo siempre con purísima intención la gloria de sólo Dios y el provecho de nuestros prójimos. (150)
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