En noviembre de 2008 quedé por primera vez en el Derby con el que luego fue amigo.
Ya entonces constataba lo que ha ido en aumento: el desprestigio creciente de los medios de comunicación, televisiones, radios, periódicos.
Leía con gran gusto, a pesar de que era la época en que empecé a dejar de leer novelas, Acción de gracias, de Richard Ford.
Seguía poniendo textos maravillosos de De los nombres de Cristo, de fray Luis de León: este y también este.
Recogía comentarios nada menos que de Christopher Hitchens sobre Retorno a Brideshead.
Leí con mucho placer el que luego fue el primer volumen de memorias de Alejandro Llano, Olor a yerba seca.
Me ponía poético con las nubes rosadas.
Me daba cuenta de que Devuélveme el rosario de mi madre es un adynaton.
Ponía música sobre la Aurora.
Fui de visita a Iria Flavia y luego a Padrón.
También estuvimos por Celanova y Bande: en san Miguel de Celanova y en la iglesia grande de Celanova.
Salía en el periódico, esa sombra junto a la señora de la bufanda:
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