Si algo destaca del Museo de Basilea es la colección que tienen de Holbein el Joven, impresionante. Y sobre todo el Jesús muerto en su tumba (1521-22), que tenía muchas ganas de ver:
Recordamos allí que de este cuadro habla el príncipe Mishkin en El idiota, de Dostoyevski, poniendo voz a la impresión que hizo en el propio autor:
Este cuadro lo he visto en el extranjero y no puedo olvidarlo. ¡Este cuadro! prorrumpió de pronto el príncipe bajo el influjo de un súbito pensamiento. ¡Este cuadro! ¡más de uno, al contemplarlo, puede perder la fe!”
Quizá para un ortodoxo sea todavía más escandaloso ese Cristo despojado de toda la nobleza de los iconos, un hombre muerto, pero todavía más en manos de la muerte, si cabe.
Yo también creo que el impacto producido por Jesús yacente tiene un importante componente cultural. Los padres occidentales son más permeables a la humanidad de Cristo, conocen la importancia de la carne (a la que Tertuliano llamó "sacerdotisa de la religión") y apoyan mucho su reflexión soteriológica en el hombre Jesús que ha venido a salvar a la centésima oveja en los términos impuestos por la carne. Sin la contemplación de los despojos no podemos entender la importancia capital del "He visto al Señor" enunciado por María Magdalena.
ResponderEliminarEs verdad: es muy interesante lo que dices de la Magdalena, que había visto el cadáver en toda su laceración
EliminarPor cierto, ya se estrenó la película de FoC el pasado 1 de septiembre.
ResponderEliminarSí, ya lo sé. Muchas gracias
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