viernes, 31 de marzo de 2023

Alabando las manos y más abajo

He acabado la Introducción al Símbolo de la Fe de fray Luis de Granada: gran libro; la edición de Fidel Sebastián es excelente, precisa, elegante, rigurosa. 
Ahora me queda todo lo demás que escribió fray Luis, que fue mucho, empezando por el resto de volúmenes de esa misma obra, porque esto en realidad es simplemente el primer libro.

A mí me pasma la enorme capacidad de admiración de fray Luis ante toda la realidad, en la que siempre ve el amor de Dios manifestado en su providencia, especialmente en los capítulos sobre el cuerpo humano. 

De la anatomía dice que "es una certísima guía y maestra para llevarnos al conocimiento de nuestro Hacedor", hasta el punto de que la llama "libro de Dios" (226).

Pero luego también, desde el exterior, cuando repasa lo más destacado del cuerpo, como las manos: 
Pues ¿qué diré de las manos, que son los ministros de la razón y de la sabiduría? Las cuales aquel Artífice soberano hizo un poquito cóncavas para abrazar y retener lo que quisiesen; y acrecentóles también los dedos, en los cuales no sabréis determinar cuál sea mayor, la utilidad dellos o la hermosura, ca el número dellos es perfecto, y la orden y dignidad muy decente, y asimismo la flexibilidad de los artículos y la forma de las uñas, redonda y firme, para hermosura y guarnición de los dedos y para que la ternura de la carne no recibiese detrimento usando dellos. Pero no es menos admirable y provechoso el uso del dedo pulgar; el cual, apartado de los otros, sale a recebirlos, dándoles facultad para abrazar y recebir las cosas como rector y gobernador dellos.
Y a continuación no tiene apuro en irse más abajo, hasta los pies, sin dejarse los "dos cojines naturales":
Y descendiendo más abajo de las manos, no quiere Teodoreto que se pase en silencio la providencia del Criador en habernos proveído de dos cojines naturales para estar asentados sin trabajo. Porque, si estos faltasen, recibiría el hombre molestia estando asentado sobre los huesos descarnados y duros. Y no menos sirven para la caballería, mayormente de los que van asentados, las barriguillas de las piernas, demás de la gracia y hermosura que tienen, porque en todas las partes de nuestro cuerpo juntó el Criador utilidad y hermosura, como arriba dijimos. Y esto mismo se ve en la fabrica de los pies, que se rematan en sus dedos guarnecidos con sus uñas, sobre los cuales estriban los hombres, y con el ayuda dellos, cuando es menester, suben por una lanza, y a veces andan sobre una maroma (278).
Es maravilloso que llame a las pantorrillas barriguillas de las piernas.


3 comentarios:

  1. Ireneo de Lyon tiene una reflexión preciosa sobre las manos de Dios moldeando el protoplasto en su Epideixis y Tertuliano llama a la carne "sacerdotisa de la religión". Siempre pienso en esas cosas cuando leo algo así.

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    1. Muchas gracias: hay mucho que leer y mucho de lo que aprender. Las dos menciones que traes son muy buenas.

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  2. Ambas afirmaciones se entienden mejor si se considera que tanto Ireneo de Lion como Tertuliano combatieron el gnosticismo, herejía para la que la carne era radicalmente impura.

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