lunes, 24 de octubre de 2022

Verbigracia

Enrique García-Máiquez ha publicado a la mitad de su vida un libro donde revisa (y actualiza) su poesía hasta la fecha. Se podría estudiar el proceso entre sus libros originales y este volumen, que refleja la valoración que hace él ahora de su poesía: cuántos trabajos de filólogos hispánicos habría aquí, bien interesantes. 

Pero yo me quedo en el propio libro, maravillosamente editado. Para empezar, puedo fijarme en la dedicatoria, a Leonor, a la que le ofrece "mi vida", ese libro. O es que el título, Verbigracia, ese por ejemplo, es un ramillete de poemas pero en realidad toda una vida que se querría ofrecer; serían realizaciones paralelas a su vida, palabras que la reflejan. También Verbigracia es por gracia de la palabra: el oficio de poeta. Y Verbigracia es Por gracia del Verbo.

Mi lectura de ahora se superpone a la que he ido haciendo desde que conocí la poesía de Enrique, justo con Casa propia, el libro de su confirmación poética. Al poco tiempo le conocí en persona y desde entonces he ido leyendo sus otros libros de poesía con atención y admiración.

Del primer libro, Haz de luz, quedan aquí algunos poemas. Hay dos al final que creo que destacan: A la Virgen del Carmen, que merecería acabar formando parte de la poesía popular o, mejor, de un libro de oraciones o incluso del breviario, y la Oración por nosotros, los poetas menores, que creo que es su primer gran poema en absoluto, en la senda de uno muy bonito de José María Valverde. Yo cada vez que lo leo, me emociono, aunque con un poco de pudor, porque ni a poeta menor llego. De ese libro, también Rosa II me parece una muy lograda elegía, por la rosa que sirvió para hacer una rosa de bronce, y Beatus Ille, al que hacen mejor sus paralelos con la Odisea.

El mismo año publicó Ardua mediocritas. Ahí tiene dos versos dignos de lápida: Peleas sólo por ganar heridas / en causas justas, es decir, perdidas. (52) Es excelente el poema Antonio Bienvenida y en otro titulado ?, sí, con un signo de interrogación, que está en clave biográfica y moral, tan decisiva en toda su poesía, en una a modo de enumeración de posibles vías vitales.

Con Casa propia yo estoy ya en terreno familiar, con un poema, El lector es un fingidor, que puse en este blog ya en 2006, en la línea del de Pessoa, pero que es otra cosa, y muy lograda. También hay una reelaboración excelente, en Catorce versos, del soneto que le mandó hacer Violante a Lope. El retrato que hace de su hermana en María es maravilloso. El poema titulado Autobiografía es otro de los que yo me quedaría si tuviese que hacer una selección mínima de su poesía, con ese tema tan suyo de saberse "rodeado de amor" (y que ya le robé hace tiempo). Toca también muy bien la tecla de la cotidianidad en Poema de otro día.

Pero esto se alarga y salgo más yo que él en esta supuesta reseña. Quizá pueda poneros los enlaces de lo que escribí de sus otros libros: Con el tiempo, Mal que bien e Inclinación de mi estrella. Dejadme por lo menos contaros cómo he disfrutado de releer De nuevo en casa, con la cita del poema de Holan (141), cómo me he emocionado otra vez con El hijo que no tengo.

Claramente no puedo hacer una reseña objetiva de este libro: aquí tenéis lo que me ha hecho recordar el leerlo.

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