Este verano volví a coger el Covid. Por suerte, esta vez fue todo suave: pasé unos días en mi habitación. Ahí estuve leyendo algunos libros que apunté. Otros de estos los acabé más tarde:
Elegías del Courel y otros poemas de Uxío Novoneyra, por leer algo en gallego, para que no se diga. Demasiado poco, no sé cómo decirlo mejor.
El rey Lear: me decepcionó mucho. Ahora, para más castigo, lo tendré que leer otra vez, porque no puedo ser yo, contra todos, el que tenga la razón.
Diarios completos de Iñaki Uriarte.
Dear Regina, cartas a su madre de Flannery O'Connor, que estoy recogiendo en varias entradas de mi blog monográfico.
Las Leyes, de Platón. Lo leí porque tenía que leerlo, porque no lo había leído. Un tostón en buena parte.
Morte d'Urban, de J. F. Powers. esta novela yo la recomendaría a quien se dedique a estudiar el catolicismo de los años 50 en USA: es sobre un religioso en una orden venida a menos en el Medio Oeste. A Flannery O'Connor le gustó: yo la dejé a la mitad.
La autobiografía de Woody Allen.
El fuego de la libertad. El refugio de la filosofía en tiempos sombríos 1933-1943.
A lo mejor es que Shakespeare está un poquito sobrevalorado. Según algunos su enaltecimiento a la cumbre de la literatura universal no deja de tener un fundamento político propagandístico (como todo lo que tiene que ver con la cultura). La historia del rey Lear me sorprendió encontrarla en la Historia regum Britanniae de Monmouth. No sé si la inventó él mismo, como tantas otras cosas.
ResponderEliminarYo, la verdad, no le encuentro a Shakespeare la altura que dicen que tiene. Evidentemente, si no fuera inglés, sería menos valorado, eso creo que es indiscutible. El rey Lear, como historia breve estaría bien: lo que no logro ver es la grandeza de la obra de teatro, con esas premisas tan endebles de las dos hijas malas y la buena.
EliminarPues si te sirve de consuelo, ya somos dos. Ahora a abrir el paraguas.
EliminarLeí el rey Lear hace muchísimos años y me gustó una barbaridad, pero ocurre con frecuencia que un libro releído al cabo de los años nos parece muy distinto de como lo recordábamos.Coincido en que Shakespeare está sobrevalorado, tiene más de un bodrio, pero también obras extraordinarias, yo tengo siempre a mano sus sonetos. A Tolstoi no le gustaba nada y a Ignacio Gómez de Liaño tampoco.
EliminarDe muy joven empecé La montaña mágica y no pasé de unas pocas páginas; a los cuarenta y tantos la leí con gusto. Constato con todo respeto que hoy Settembrini y Nafta se han fundido en uno.
ResponderEliminarPor lo que recuerdo, yo soy de Naphtha, pero la verdad es que no veo Ángel como Settembrini. No sé. Creo que leí la novela antes de tiempo, pero me empeñé en terminarla y la recuerdo como destellos luminosos en un océano de tedio (seguramente me perdí casi todo lo enjundioso). Hace tiempo que me planteo una relectura, aunque hace falta valor y tiempo. En cuanto a la valoración de Shakespeare, en estos tiempos de cancelación y condena de todo lo bueno que nos dio el pasado, no veo por qué tenga que ser el único que se libre (es broma).
ResponderEliminarNo es una alusión a D. Ángel. Recuerde que Settembrini era jesuita.
EliminarRespecto a la novela, todo lo que precede a la aparición de esos dos personajes, Settembrini y Naphta (veo que arriba lo escribí mal, así está esta memoria mía) no diigo yo que sea superfluo, pero es todo setting the scene.
Yo me quedé en un tercio de La montaña mágica, con deseos de seguir, que algún día espero cumplir. Me estaba gustando, de hecho. Así que he tenido que buscar las referencias a Settembrini y Naphta y me he quedado en que hay una oposición entre dos maneras de plantearse la verdad: ahora (si lo he entendido bien) estaríamos padeciendo el batiburrillo ideológico que los junta a los dos, donde la verdad se enfanga en percepciones y voluntades sentimentales
EliminarGracias, D. Ángel; no se puede decir mejor.
EliminarRespecto a Shakespeare, la que me parece una obra maestra y leí con gusto más de una vez es Hamlet.
También creo que si fuese de fuera de la anglosfera no estaría tan valorado. Lo que sí tiene en comparación con otros grandes de la escena es la variedad de asuntos. Dejando eso fuera, Calderón está por encima.
"Confinamiento covidiano segundo" es un hallazgo. Seguro que en latín mejora. Como lo ignoro todo de las lenguas sabias me invento Incarceratio covidianus posteriora y me río yo solo, como los tontos.
ResponderEliminarMás sencillo: "Reclusio covidiana secunda"
EliminarMuchas gracias
EliminarDe Shakespeare lo único que vale es el uso que hace del idioma por lo que leerlo traducido carece de sentido. Esto lo sabe todo el mundo.
ResponderEliminarSi todo queda "perdido en la traducción", no será tan bueno entonces. Los grandes, hasta en traducciones malas brillan.
EliminarNo creo que quepa convencer de las bondades de un escritor, por grande que sea, a quien no es mínimamente sensible a ellas. En todo caso, yo recomendaría el "Shakespeare" de Lampedusa (el del Gatopardo), publicado por Nortesur hace unos años, para ver al menos las razones del grandísimo aprecio por Shakespeare que tenía alguien como él, inteligente y sensible (y no anglosajón).
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