He terminado, de Nicolás Cabasilas, La vida en Cristo, un clásico bizantino del siglo XV, pero es un libro que empecé hace tiempo, dejé parado entre medias y he retomado demasiado tarde. Estoy apenado de lo mal que lo he leído. Al menos recojo aquí un texto, en el segundo día de la Pascua de Pentecostés, porque creo que os puede gustar:
El amor humano, cuando es desbordante y más intenso de lo que puede sufrirse, saca de sí a los amantes. De igual modo, el amor que Dios tiene a los hombres le anonadó. No se contentó con llamar al siervo a quien amaba para que viniera a Sí, quedándose Él en su cielo, sino que, saliendo de Sí, vino a buscarle en Persona. Siendo rico se abajó hasta su miseria y saliendo de Sí viene a decirle cuánto le ama. Y en retorno de ese amor, sólo pide que le ame. No retrocede ante el desdén, no se ofende por la injuria. Cuando se le rechaza espera junto a la puerta. Nada deja por hacer, a fin de manifestar su amor. Soporta los sufrimientos y se abraza con la muerte (188-189).
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