Un artículo de Miguel Ángel Quintana Paz (que seguía una idea de Ana Iris Simón) tocó una cuerda en mi interior y me apeteció mucho contar aquí (al fin y al cabo esto es un blog personal) mi vida escolar hasta COU. En mi curriculum no la pongo. Aquí está la que debería ser la primera línea:
- Párvulos y EGB en la Escuela Comarcal Marqués de Camarasa de Castrojeriz.
Viendo la foto, que he cogido de la web del Colegio, me pregunto si cuando empecé yo allí fue justo en el año del estreno. Arriba, al fondo, el castillo.
Empiezo hoy con mi vida desde los 4 hasta los 8 años, en 3º de EGB:
De párvulos no me acuerdo nada. Decíamos "parvulitos", que es todavía más diminutivo. Creo que dormíamos siestas. Solamente recuerdo unas mesitas que juntando dos formaban hexágonos.
En 1º y 2º de EGB tuvimos a don Luis, un profesor mayor del que conté hace años dos cosas tremendas, aunque en conjunto no tengo mal recuerdo de él, salvo que quería hacerme diestro, siendo yo zurdo sin remisión; menos mal que mi padre era el director de la escuela y pudo poner sensatez, porque el hecho es que yo era incapaz de escribir con la mano derecha (paradojas de la vida).
En 3º de EGB daba clase doña Encarna, una maestra que llevaba toda la vida ejerciendo. Recuerdo el aula con las mesas rectas, el suelo pulcro (y mira que metíamos barro), la pizarra con tizas de colores: un edén limpio del saber. Nos enseñaba canciones y nos contaba la Historia Sagrada usando paneles que se desenrollaban, muy antiguos, con escenas en cuadros de los episodios más importantes. Lo mismo pasaba con los mapas: estaban enrollados y los colgaba de un clavo. Cuando murió Franco, nos leyó entre lágrimas su testamento, del que llegaron ejemplares impresos que se pusieron en las aulas. Doña Encarna cuidaba todos los ornamentos de la parroquia de santo Domingo y nos daba dos pesetas cuando ayudábamos a Misa.
Yo hice parvulitos y 1° en una escuela pública que estaba en un primer piso de un edificio de viviendas. Al parecer era algo normal, había varias escuelas así en mi barrio. En un momento dado se cerrarron y nos matricularon en un colegio normal. Tengo recuerdos entrañables de esa escuela. Nos enseñaban a leer y a escribir con la cartilla Palau y los cuadernillos Rubio, a contar con palitos de madera, a rezar y a cantar. Todos los niños éramos como hermanos y las maestras eran maravillosas.
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