No me imaginaba yo mirando telas, pero había una sala monográfica, Esa no tenía, por no tener, ni códigos QR, ni cartelas ni nada: era como si metes a un moldavo en una sala de un Museo de Finlandia.
Yo pongo lo que vi y si os gusta, pues muy bien. Esto era de una Dalmática del XVI, del Nacimiento de la Virgen, creo (si no, será el Nacimiento de san Juan):
Había vitrinas pero también cajones que abrían vitrinas. En uno apareció este abanico tremebundo, hecho con plumas de pavo real. Justo ayer leí un pasaje del Orestes de Eurípides, donde aparece Helena de Troya (antes de Esparta), que se había acostumbrado en Troya al lujo frigio, “con un abanico circular bien trenzado de
plumas” (1427-28):
Hombre, son más bonitos que los instrumentos de tortura y las ollas "express" que pusiste el otro día.
ResponderEliminarVeo que las sillas modernas no son tu fuerte
EliminarSi no son cómodas ni bonitas, ya me dirás tú dónde está su gracia.
EliminarA mí me fascina ver lo incómodas que son: representan muy bien los problemas del siglo XX: utopía frente a realismo. Como objetos pueden ser fascinantes, pero no "funcionan".
EliminarSon "nuevas" en el sentido de distintas de las de antes, ahí empieza y termina su virtud, si luego no sirven para sentarse es algo secundario, representan muy bien los problemas del siglo XX, como dice D. Ángel.
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