Decía que en Rumanía quedan restos de civilizaciones muy influidas por Grecia. Pues mirad este ritón tan chulo, que tiene representada arriba una figura sedente con un ritón en la mano; es un ritón metarritón, si se me permite la bobada:
A mí me hizo mucha ilusión ver un cacho de hierro así en bruto, porque justo en la Ilíada es uno de los premios que dan (recordad que estaban a caballo entre la de Edad de Bronce y la del Hierro justamente por eso), en los Juegos funerarios por Patroclo. Os pongo la traducción de Segalá:
Luego el Pelida [=Aquiles] sacó la bola de hierro sin bruñir que en otro tiempo lanzaba el forzudo Eetión: el divino Aquiles, el de los pies ligeros, mató á este príncipe y se llevó en las naves la bola con otras riquezas. Y puesto en pie, dijo á los argivos: «¡Levantaos los que hayáis de entrar en esta lucha! La presente bola proporcionará al que venciere cuanto hierro necesite durante cinco años, aunque sean muy extensos sus fértiles campos; y sus pastores y labradores no tendrán que ir por hierro á la ciudad.» (23.826-35)
Muy interesantes todas las piezas, la verdad.
ResponderEliminarEl ritón -palabra que acabo de aprender- de la primera foto es bellísimo, pero la bola de hierro es intrigante, ya que en los objetos de hierro de aquel tiempo todavía no está claro si el origen es celestial (meteoritos) o telúrico, producto de una metalurgia incipiente. En la tumba de Tutankamón, de una época que puede ser próxima a la de la guerra de Troya, siglo más, siglo menos, se encontraron dagas hechas de hierro, que se preservaron gracias a las condiciones particularmente favorables para evitar la corrosión, y se considera bien establecido que se trata de hierro meteorítico.
ResponderEliminarEstaba claro, para los griegos, el carácter celestial del arte de Hefesto.
Muy interesante lo que dices: el hierro no debía de ser fácil de conseguir, así que un bloque como ese era algo muy valioso.
EliminarHubo un tiempo en que no menos que el oro, de ahí lo de las dagas de la tumba de Tutankamón. Hoy lo de los meteoritos nos suena algo normal, pero hace un par de siglos prácticamente nadie se podía creer que cayesen piedras del cielo. Hay una anécdota de Thomas Jefferson, quien pasa por haber sido un "científico" (fundó la Universidad de Virginia): cuando un par de profesores fueron a informarle de la caída de un meteorito de tamaño considerable en 1807,Jefferson dijo que le resultaba más plausible que un par de profesores yankies estuviesen mintiendo que creer en piedras que caían del cielo. Supongo que la anécdota se habría hecho más popular de haber estado protagonizada por algún famoso reaccionario.
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