miércoles, 14 de abril de 2021

María Zambrano en sus cartas

He terminado de leer el libro de cartas entre María Zambrano y Ramón Gaya. Sobre él escribió una reseña preciosa Enrique García-Máiquez, a la que os remito.

Como volumen, es un librito editado con gran elegancia y finura, es como un breviario. El contenido  tiene mucho y bueno, la amistad en cartas entre ambos, rodeada de otras de amigos comunes que ayudan a dar contexto. 

He descubierto aquí a María Zambrano, que escribe por lo alto, pero con qué hondura a veces. Demasiado filósofa para mí, pero en estas cartas está más cercana. Por ejemplo a Gaya, que siente el desgarro de una soledad estando con su hija, a la que llevaba muchos años sin ver, que le había dicho: «cuando se fue me dejó muchísimo más solo de lo que he podido estar quizá nunca» (70), le contesta:

Pero estas extremas situaciones y sentires, no lo tomes como consuelo, purifican; es lo que más purifica, y por tanto fortifica. De la verdad vivimos, sobre todo cuando nos han quitado la realidad (74).

Y continúa con unas afirmaciones que son como hondas, pero muy peculiares:

He visto algunas cosas claras en este tiempo. Por ejemplo: que los italianos se pierden en la belleza o en la práctica -los romanos esto último sobre todo-. Que los griegos no se perdieron en la belleza y, sin embargo, sólo el amor los salvaba. Que los italianos no se pierden jamás en el amor y por él se han salvado: Dante, sus Santos: Francisco, Catalina y otros menores.

Que las gentes del Norte se pierden en el amor; que el Amor es perdición que arrastra en la Mitología del Mediterráneo del Norte -Tristán e Isolda- y salva en la del Mediterráneo sin más.

¿Dónde nos perderemos los del Mediterráneo? En la belleza a veces; en lo práctico, otras. En la nada, los españoles; esa tentadora. Y en el matar: el amor, la vida, el tiempo. Al prójimo, "sin más, a uno mismo".*

*Si un español no mata, cree que no existe. Sólo pocos se salvan y no por amor. Pues que el amor mata (75).

A mí este tipo de afirmaciones, tan intuitivas, tan infalsables, seguramente en otro creo que hasta me disgustarían. En cambio las leo aquí y me pasmo ante María Zambrano, porque hay verdad ahí.

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