martes, 6 de abril de 2021

Enredada en azul

Guadalupe Arbona me regaló Puerta principal, en el Congreso de Flannery O'Connor de Sevilla. Ahora, leyendo la continuación, Enredada en azul, me he encontrado a mí mismo pintado en el libro en aquellos días: 
Y la voz entusiasta de A., un profesor de griego de la Universidad de Santiago, que habla de las estrellas. 
Un retrato en el que salgo muy favorecido.

Su Diario anterior era de enfermedad. Ahora es de la vida diaria, puntuada de huellas de esta, pero alegre, aunque eso no quita que el azul de la tristeza se entremeta, contrarrestado por el azul del cielo. Son variedades de azul:
Los cielos luchan por mostrar sus azules -los purísima, los grisáceos, los blanquecinos y los más eléctricos-, pero hacen grandes esfuerzos, es un combate de colores, entre blancos y azules (75).
Es un Diario de afirmación, de cómo dar y darse, en la realidad alegre de estar en manos de Dios y rodeados de los demás. 
Sale José Jiménez Lozano, salen otros amigos suyos, sale su familia. Hay viajes, aunque la perspectiva cronológica me pareció confusa: tiene que aprender de Trapiello a convertir en novela su diario, más que en ensayo. 


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