Álvaro d'Ors, con 52 años, según cuentan en su biografía (658), hizo en 1967 el siguiente propósito (está en un escrito que llamó “Precauciones para mi vejez”):
No hablar del pasado como mejor
Espero que eso no se entienda por una fe ciega en el progreso o cosas así. Una cosa es "no hablar del pasado como mejor" por pura inercia, cayendo en una trampa muy típica de la vejez, y otra caer en lo contrario, considerar el futuro como mejor, algo de lo que creo que estaba absolutamente alejado. Pero la actitud de caer en la complacencia del pasado como pasado sí que es peligrosa.
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