Aunque el relato en sentido estricto de la peste ya lo dio por concluido, Tucídides hace luego más menciones de ella, en concreto desde la perspectiva de los peloponesios, que la estaban asediando:
Se dijo que los peloponesios le habían cogido miedo a la enfermedad cuando se enteraron por unos desertores de que ésta estaba en la ciudad y notaron los entierros, se fueron de la ciudad con más prisas de las habituales (2.57)
Así lo dice Diego Gracián en el siglo XVI:
Al saber los Peloponesios por los prisioneros la infección y peligro de aquella pestilencia y viendo sepultar los muertos, partieron aceleradamente de la tierra.
Lo de que vieran "sepultar los muertos" no puede ser. Literalmente es que "notaron a los que estaban enterrando", que seguramente lo que esté queriendo decir es que vieron el humo de las muchas piras funerarias (lo de "enterrar" no es literal, claro, porque incineraban los cuerpos).
Luego cuenta que los atenienses llevaron un gran ejército contra Potidea, pero no logró resultados positivos:
la enfermedad puso en grandes dificultades a los atenienses, pues hizo estragos en el ejército, al punto que los soldados atenienses que estaban allí de antes se contagiaron por el contacto con el ejército que venía con Hagnón, cuando habían estado sanos hasta entonces. (...) Hagnón se retiró con las naves de vuelta a Atenas, tras haber perdido, de sus cuatro mil soldados, a mil cincuenta por la enfermedad (2.58).
Uno de cada cuatro murieron: tremenda proporción. Así es como lo dice Gracián:
a causa de la epidemia que se propagó entre ellos, traída por los que vinieron con Hagnón. (...) tornó a Atenas, habiendo perdido mil cuarenta hombres de a pie de los cuatro mil que embarcó en Atenas, todos muertos por la epidemia.
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