Además de rodear la península en barco, en su viaje Newman paró en Cádiz, pero no pudo desembarcar:
Esta mañana estuvimos en Cádiz, que es una ciudad sorprendente, pero no nos dejaron desembarcar por el cólera; lo cual fue una decepción, claro (144).También ve a lo lejos Granada. Está contando otras cosas a su madre y mete un paréntesis:
(Me acaban de llamar para ver las montañas de Granada, porque nos hemos aproximado a la costa. Están envueltas en una sábana de nieve con nubarrones negros a media altura, como unas crestas. A lo lejos parecen inmensas y sin forma, con el catalejo se ven las laderas y los picos perfectamente regulares) (149).Luego le habla de su visita a Gibraltar, el único sitio de la península que visitó (el dice: «el primer país extranjero en que he puesto el pie»). Ahí habla de un jardín paradisiaco:
Tuvimos un rato de descanso maravilloso en el jardín del Convento que, incluso en este tiempo del año, estaba exuberante y lleno de fragancia: cactus enormes, dátiles, naranjas, limones, chirimoyas, terebintos, pitayas y, por último, pero no menos importante, las palmeras (de unos 18 pies de altura), un árbol de lo más singular. O sea, el perfecto jardín de Alcínoo.Podéis comparar con la descripción de Homero en el canto VII de la Odisea, versos 112 a 132.
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