martes, 6 de noviembre de 2018

La vuelta a casa en la Odisea

En clase estos días tenía yo miedo de estar dando una visión sesgada de la Odisea, porque la estaba centrando mucho en la cuestión de la inmortalidad, que Ulises parece despreciar. Para mi consuelo me encontré en la introducción de don Manuel Fernández Galiano (uno de las grandes figuras de los Estudios Clásicos en España) a la traducción de la Odisea de José Manuel Pabón en Gredos (p. 61) la cita que hace de dos pasajes de autores latinos, a los que les llama la atención también esa falta de interés de Ulises por la inmortalidad y su preferencia por volver a Ítaca.
El primero es Cicerón (De legibus 2.3), que hace un elogio muy bonito de su casa en Arpino, aunque pequeña, y justifica su debilidad por ella en el hecho de que Homero hiciera a Ulises preferir su isla a la inmortalidad:
si quidem etiam ille sapientissimus vir Ithacam ut videret immortalitatem scribitur repudiasse (si es que incluso aquel varón sapientísimo [Ulises] se escribe que había rechazado la inmortalidad para ver Ítaca).

El segundo es de Ovidio (Pont. 1.3.33-34)
non dubia est Ithaci prudentia, sed tamen optat
fumum de patriis videre focis.
No es de dudar la prudencia del de Ítaca [=Ulises], pero, con todo, desea
el humo ver de los hogares patrios
Por qué renuncia Ulises a esa inmortalidad que le promete Calipso lo entendí mejor, aparte de por lo que dice él repetidamente de que no se fiaba de esa diosa, porque el otro día, oyendo en el coche un programa de In our time, de la BBC, estuve atento a la discusión muy interesante sobre el Poema de Gilgamés: y allí aparece la terrible diosa Ishtar y la promesa de inmortalidad que le hace al protagonista, pero es una diosa terrible que mata a los que se unen a ella. Es un trasfondo que pudo bien haber influido en Homero.

En resumen, que Ulises prudente se conforma con la vuelta al hogar, que es la vuelta con Penélope: y cómo me he alegrado este año de que volviera con ella. Hasta ahí llegó Homero; está de fondo el remusguillo de la inmortalidad, pero era Otro quien tenía que revelarlo a los hombres.

Y no es moco de pavo el amor al hogar. Joachim du Bellay lo explica muy bien:
¡Feliz quien como Ulises ha hecho un largo viaje,
o bien como aquel otro que logró el vellocino,
a casa tornó luego, maduro, experto y sabio,
a vivir con los suyos el resto de sus años!

¿Cuándo, ay, veré de nuevo de mi pequeña aldea
humear los tejados, y en qué estación podré
volver a ver la cerca de mi pobre morada,
que es para mí un imperio, y harto más todavía?

Más me gusta la casa que alzaron mis abuelos
que los altivos frontis de romanos palacios,
más que los duros mármoles, la pizarra ligera,

más mi Loira francés que el Tíber italiano,
más mi humilde Liré que el monte Palatino,
más que el aire marino, la dulzura de Anjou.
(la traducción de Carlos Clementson, que he retocado, la tomo de aquí; está también el original dulcísimo de du Bellay)

2 comentarios:

  1. También Aqhat, héroe de la mitología de Ugarit, rechaza la inmortalidad que le ofrece la diosa Anat (= Istar), a cambio de su arco.

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  2. La traducción en alejandrinos de C. Clementson es excelente. Los cambios hechos para ceñirse a las 14 sílabas me parecen ingeniosos.Pero hay errores.

    En el primer verso hay que traducir "bello viaje" ("beau voyage") en lugar de "largo viaje".

    En el octavo, "qui m'est une province", traducir "imperio" me parece un poco exagerado. Con "cantón" o "país" bastaba para respetar la métrica.

    En el décimo, "que des palais Romains le front audacieux", los frontis no son "altivos" sino "audaces".

    En el último verso, "et plus que l'air marin la doulceur angevine", ¿por qué traducir "de Anjou" cuando existe la traducción exacta: "angevina"?

    En su versión, falta el tercer verso un "y" al principio ("et puis est retourné"): "y a casa", que a Clementson no se le ha olvidado. Y en el segundo "que conquistó el toisón" me parece más cercano al original ("ou comme cestuy-là qui conquit la toison") que su "logró el vellocino".

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