De Oxford me fui a Londres, de cabeza a la National Gallery y en concreto al ala Sainsbury (son los dueños de unos supermercados los que pagaron esa ampliación y pusieron su nombre, como si el Prado crease un ala Mercadena, parecido) porque ahí están todos los italianos. Y empecé sistemáticamente, con mi audioguía, que me ayudaba a estar al menos dos minutos en cada cuadro.
En esta fiesta de la Virgen empiezo el repaso por el principio, que allí partía de Duccio, el sienés. Soy un poco romo en esto del arte, pero veo clarísimo ya lo que une el arte bizantino a Italia. Aquí este tríptico con santo Domingo y santa Áurea es un prodigio y el inicio de muchas cosas, estando en una línea de tradición de cientos de años.
[pero miradla en todos sus detalles, ampliando, en la web del Museo y luego leed los detalles de este altar portátil en el Catálogo]
Es de gran delicadeza el juego de miradas:
Arriba, patriarcas y profetas (Isaías, Abrahán, Moisés, Jacob, Daniel). En el medio, el rey David, aunque casi parece el emperador Teodosio:
Qué delicia
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