Estábamos en la costa del Adriático y nuestro siguiente objetivo era Loreto, a ver los frescos de Luca Signorelli en la sacristía de san Juan.
Me hacía a mí mucha ilusión ir: es un santuario de la Virgen que tiene algo de Tierra Santa, en concreto las paredes de la casa de Nazaret en el centro de la iglesia, recubiertas ahora por una fastuosa decoración renacentista de mármol.
Llegamos, dejamos el coche en un aparcamiento, calculamos un tiempo y nos lo acabamos saltando (la multa no la pagué, ejem), porque hubo muchísimo más que ver de lo que esperábamos.
Loreto a mí me recuerda a las letanías lauretanas (=de Loreto), a una amiga de mis hermanas que ahora es monja de la madre Teresa, a un viaje que hizo san Josemaría. Era un sitio para quedarse y para rezar: se estaba muy a gusto allí. Dentro de la Santa Casa ponía: Hic Verbum Caro factum est (=Aquí el Verbo se hizo Carne) y claro que impresionaba estar allí.
A la salida, un capuchino, anciano y con grandes barbas, comme il faut, sentado en una especie de carrito de helados (estoy exagerando), ofrecía bendiciones para familias: se acercaban y les daba la bendición. Muy bonito.
Con lo que yo no contaba era con encontrarme uno de los mejores sitio de arte neogótico hasta la fecha. Resulta que los soldados napoleónicos lo destrozaron y a lo largo del XIX y XX fueron arreglando capillas. De esta capilla que fue la primera que vimos, son de Modesto Faustini de entre 1886 y 1890, sobre san José (los he tomado de wikimedia). Mirad qué chulos:
Quizá a alguno le parezcan un poco demasiado dulces, pero a mí no me apetece ponerme crítico justo con ellos. Son de un periodo como de repliegue, pero con una finura muy grande.
La cúpula estrellada, a tono:
Son una maravilla, indudablemente.
ResponderEliminarA mí también me parecen una maravilla. Y esos detalles: las virutas, las herramientas, las golondrinas...
ResponderEliminarA comentar el nido de golondrinas en el taller entraba yo precisamente... muy bonitos todos, me ha estremecido el de la muerte de San José.
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