Cristo en la columna y los que le golpean tienen cercanía con Signorelli. Pero aquí todo es mucho más claro, menos amontonado:
En la fila de espectadores de arriba hay claramente personajes contemporáneos. El de azul, que destaca, puede ser, relata refero, Fernando el Católico. Mirad que el tapiz está decorado con granadas (el otro día me enteré de que las ponen en la tumba de Catalina de Aragón y me gustó). Pero ocuparía el lugar de Pilato, no muy airoso, con lo que todo el supuesto mensaje se complica:
Las granadas:
Más de cerca:
Estos dos personajes tienen claramente carácter propio y pueden ser artistas contemporáneos del autor de las tablas, algo muy habitual en todas las pinturas de esa época, como pude comprobar:
Arriba, ángeles que se ciernen. Seguro que esos parapetos de la muralla de ladrillo os recordarán a España, aunque por allí vimos también cosas parecidas:
Encima de la columna está una estatua de un César victorioso, pero el que gana es el perdedor, no él:
Y en vez del niño desvalido de la otra tabla, aquí está la túnica sobre las piedras:
Ha habido todo tipo de teorías sobre quién es el autor de las tablas. Hay ecos de Signorelli y Perugino, pero todo el mundo está de acuerdo en que es un pintor español, pero quién, ay, esa es la polémica.
Nosotros, muy contentos y muy cansados, acabamos en la pizzería Acquaviva, en honor del señor de Atri que quizá fue quien encargó esas tablas y que estaba del lado de los franceses, el tío. Pero bueno, que si encargó estas tablas, algo bueno hizo.
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