Atri, como muchas ciudades y pueblos por los que pasábamos, estaba sobre un alto, muy arriba. La carretera que nos subió allí no podía ser peor, como de cuando éramos pequeños en invierno y había grandes baches por las heladas en el páramo: así de mala era. Es lo que más me ha sorprendido de Italia con diferencia, esas carreteras que cuadrarían en las montañas de Albania.
A pesar de todo, llegamos a las seis, así que teníamos una hora para ver las dos obras que más lejos nos pillaban en todo el viaje: el resto ya sería una lenta vuelta a Roma.
Fue muy emocionante verlas. Íbamos ciegos, hasta el punto que casi ni nos fijamos en unos frescos impresionantes de la Catedral, porque Atri tiene Catedral y es un pueblo de poco más de diez mil habitantes: cosas de Italia.
Yo me puse a hacer fotos (alguien que vive ahora en Berlín me dio un buen consejo: «primero hacer fotos, luego preguntar»), mientras comentábamos partes concretas. Nos alejábamos un poco y volvíamos a ver algo de más cerca y así hasta que nos echaron. Incluso hicimos como una retirada para echar un vistazo al resto del Museo, pero nos volvíamos a las hipnóticas tablas.
Esta es la de la Natividad, cogida de no sé de dónde de la web:
Todas las demás fotos son mías:
Los colores y las telas me recordaron a Pedro Berruguete, por ejemplo estos ángeles.
Todos los personajes están a la altura del acontecimiento, sobre todo San José, dignidad y serenidad:
La arquitectura era de líneas finas y colores claros y jugando con las luces y las sombras:
Por el techo roto también se había estropeado la tabla. Los ángeles leían en las filacterias:
Mirad qué paisaje: un árbol solo. el verde de cerca, el azul de fondo, la arquitectura como de sueño, el cielo de un azul suave, las rocas formando un capricho (lo pudimos ver en otros cuadros):
El niño solo, sobre unas piedras, como desvalido. El azul de los vestidos de la Virgen se había perdido un poco, muy joven ella:
Y el pastor detrás, con las irisaciones de la ropa, entre amarillas y rosadas:
Las plantas, singulares, de precisión increíble:
¡Delicioso!
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