Esta vez, de camino a Burgos, las protagonistas fueron las amapolas. Yo las veo como una aparición, como Antón allá abajo, en la patria de Tolkien, a las hadadas madrinas (y qué ruido onomatopéyico: lo pone también Antón). Me pasé el viaje disfrutando cada vez que las veía; y de los cielos tan grandes, con esos espectáculos de nubes que permite la cota baja de la meseta:
Ya en Burgos -y tengo que informar de ello porque me debo a mi público, aun a riesgo de convertir el tema en parodia- jugamos una partida de parchís y mi madre y yo ganamos a mis hermanas, que esta vez mostraron disensiones sobre estrategia y utilizaron tácticas en exceso arriesgadas, como comerse entre ellas fichas para avanzar.
Victoriosos, nos fuimos a dar una vuelta y entramos en el monasterio de san Juan, al que le han puesto una cubierta abierta. La han premiado, pero tampoco es que me pusiera yo a dar botes de alegría viéndola. Bueno, no está mal. En esa plaza han rehecho la biblioteca, que se ha convertido en una especie de edificio de gasa:
Pero los de toda la vida apreciaréis más la casa del cordón, donde recibieron los Reyes Católicos a Colón a la vuelta del segundo viaje:
Tomamos algo, nos encontramos con gente y a las 10 pasamos junto a un bar en el que ponen el himno a Burgos (aquí lo podéis oír), cantado a coro por todos los que se reúnen allí, Era gracioso, si nos lo tomamos (como se lo tomaban) como algo gracioso, a la par que serio, por más que el himno peque, como casi todos. de grandilocuente. A continuación pasamos por el arco de Santa María, compendio de historia de Burgos:
Se agradece la mención, y concuerdo contigo en que parándose a mirar trigales amapoleados bien se le podría ir a uno la mañana... Me fastidia, la verdad, cuando la gente no sabe apreciar lo bonita que es Castilla; que "diferente" no es necesariamente "peor". Aunque no por ello dejo de sonreír pensando en la polisemia de ese solar que habéis metido en el himno...
ResponderEliminarTe vengo leyendo y mirando hace días, sin decir nada. El final de curso ha sido muy agobiante, mucho. Este año no pasaremos por Burgos, supongo. No sé lo que haremos ahora que hemos acabado el Camino de Santiago. Debemos ir al sur por cuestiones familiares, y solo pensar en el calor me dan mareos. Me gusta la foto brutalista. En cualquier lugar surgen esos espectáculos que pasan, de acostumbrados que estamos a no mirarlos, desapercibidos, y que en fotografía producen el efecto ese de "extrañamiento".
ResponderEliminarUn abrazo