Yo -será porque me ha succionado el seso Platón, cuando le da un zasca vía Sócrates al pobre Agatón- a la poesía le pido primero rigor (hasta la propia autora no está segura de si está de acuerdo con esos versos).
Venga, solo apuntaré una cosa: la inocencia no es lo contrario del poder (no es bueno hacer que todo gire en torno a la sagrada palabra: «poder»): es no hacer mal. No poder hacer el mal no es impotencia, es otra cosa.
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