jueves, 12 de marzo de 2015

El Banquete de Platón 11 - Discurso de Sócrates (Diotima)

Sócrates ha conseguido cambiar las reglas, pero nada más empezar su discurso hace otro cambio radical: en vez de hablar él directamente cuenta lo que le dijo cuando era joven una tal Diotima de Mantinea (nombre parlante: «la que da honra a Zeus», de una ciudad de Arcadia que se puede asociar con manti- «adivino») de la que no sabemos por otras fuentes. Es adivina, consigue retrasar una peste 10 años (WTF!) y es enormemente descarada. Y así una mujer se convierte en la protagonista en un lugar de donde habian sido expulsadas.
Algunos piensan que (Platón) Sócrates se la inventa para hacer más digerible lo que quiere decir, que en realidad sería lo que habría estado pensando Sócrates cuando se quedó parado en la puerta al principio de la obra. El hecho es que en el supuesto discurso de hace muchos años introduce una crítica al de Aristófanes de unos momentos antes (y Platón no le deja a este rebatirle después, introduciendo a Alcibíades sorpresivamente cuando quiere intervenir). Recuerda Strauss el paralelismo con otro diálogo, el Menéxeno, donde quien habla es Aspasia, la amnate de Pericles.
Para Reale, Sócrates se pone la máscara de Diotima y al personaje de Agatón lo disfraza de Sócrates: todo el discurso es así una refutación de Agatón; de hecho lo llama ἁπαλός (y eso lo era Agatón) y todos los argumentos del joven Sócrates que desecha Diotima los ha expuesto Agatón.

La argumentación con la que ella le rebate al joven Sócrates es la de mostrarle que no hay solo alternativas «bello/feo», «bueno/malo»; también hay un intermedio (μεταξύ): entre la ignorancia y la sabiduría está la recta opinión (τὸ ὀρθὰ δοξάζειν), un saber realmente algo pero sin tener la certeza de saberlo.
Eros no es ni bello ni bueno: tampoco es un dios. No es un mortal: es algo intermedio, un δαίμων. Sus funciones son las de mediar entre hombres y dioses: súplicas y sacrificios de los primeros, mandatos y recompensas por los sacrificios por parte de los otros. En ese contexto es fundamental el arte de la adivinación y de los ritos sacerdotales (sacrificios, iniciación, ensalmos, adivinación, magia). Los que saben de esto son «hombres demónicos».
A la pregunta de Sócrates sobre los padres de Eros le responde Diotima con un mito ad hoc en un contexto olímpico, donde Afrodita está por encima de Eros. Póros (= la salida, el recurso) y Penía (=pobreza) son los padres de Eros: es pobre y feo como su madre, pero como su padre es audaz, cazador (aquí aparece con las características que había descrito Pausanias sobre el amante y sus engaños).
Es filósofo: el filósofo es amante de la verdad, que no posee. Le corrige Diotima en que Eros sea lo amado: no, es el que ama.
Qué utilidad tiene para los hombres, pregunta Sócrates (204c): es amor a las cosas bellas -dice Diotima- para que sean suyas. ¿Y para que quiere que sean suyas? Sócrates no sabe qué contestar y Diotima hace un salto de lo Bello a lo Bueno: y así sí: querer tener siempre lo bueno, eso es la felicidad.
El amor es un término multiabarcante, como Póiesis (=hacer cosas) vale para todo pero por antonomasia se aplica a la poesía, así que el Amor es por antonomasia amor a la belleza, para poseerla siempre. Aquí introduce Diotima una crítica a que el amor sea amor a uno mismo: el amputarse miembros por un bien superior va en contra de ese tipo de argumentación, que estaba en el fondo del discurso de Aristófanes.
En resumen, el amor, propiamente, es amor al bien.
Definición en la que están de acuerdo: el amor consiste en el deseo de poseer el bien para siempre (ὁ ἔρως τοῦ τὸ ἀγαθὸν αὑτῷ εἶναι ἀεί 206a).
Y cómo se puede lograr eso: procreando en la belleza, tanto según el cuerpo como según el alma (206c). La procreación hombre-mujer es así lo que hay de inmortal en la humanidad. La procreación se realiza en lo bello. El amor no es amor de lo bello, sino de la procreación en lo bello. Y si se quiere que permanezca para siempre, es amor a la inmortalidad. Se expone así una idea de la inmortalidad sucesiva de la raza humana (usando el ejemplo del cuerpo humano: células sucesivas, pero la misma persona siempre – y de nuestro cambio de ideas y planteamientos vitales siendo nosotros los mismos). Diotima, como una sofista de pura cepa (208c) le habla de la inmortalidad por la fama, la de los fecundos en el alma: (Alcestis, Aquiles y Codro murieron por la fama: WTF!): la de Homero y Hesíodo, la de las leyes e instituciones que dejaron Licurgo y Solón.
Pero hay una iniciación superior a la que quizá Sócrates, dice Diotima, no podría llegar: comprender que la belleza está por encima de los cuerpos particulares, que permite superar la atracción a un cuerpo concreto y descubrir la belleza en los razonamientos, las normas de conducta, las leyes, las ciencias. De ahí, «vuelto hacia el extenso mar de la belleza y contemplándolo» procreará discursos y pensamientos, hasta que llegue a lo bello en sí (211a).

El discurso de Sócrates nos introduce en un contexto mistérico, de revelación de una verdad a varios niveles. Para Reale la clave es que el Eros es el elemento de unión de la realidad (copula mundi), la esfera intermedia del ser entre las ideas y los entes matemáticos, donde la clave es el principio del bien, cuya primera y principal explicación y manifestación es lo bello. Siguiendo a K. Hildebrandt, Reale piensa que aquí Platón está asumiendo y superando la cuestión del devenir de Heráclito: cambiamos en el cuerpo, seguimos siendo nosotros mismos. No sé si me convence, aunque fascinante es.
En Diotima estarían los rasgos de la nueva religión filosófica.

6 comentarios:

  1. Una ocurrencia tonta, propia de un ignorante que lee cosas de las que no entiende casi nada, como es un servidor, pero, en cuanto a la relación entre lo bueno y lo bello, ¿no es realmente hermoso que en latín, bellus, que incluso Robert Graves creyó relacionado con lo bello, sea, realmente, un diminutivo de bonus, lo bueno?
    http://laudatortemporisacti.blogspot.com.es/2015/03/gravesian-etymologies-bellus.html

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  2. Diotima-Sócrates-Platón exponen su concepción del Amor-Eros-Cupido de una forma que remite a la pederastia, no de otra forma hay que recibir el mensaje de elegir un cuerpo bello, no en las mujeres, con las que solo cabe procrear, sino en los efebos, en los que, superada la etapa animal, generar pensamientos o ideas, lo cual parecía a los griegos que no es factible con mujeres. Los hijos buscan la eternidad en la contiuidad de seres mortales. Pero la inmortalidad solo se alcanza generando pensamientos. La filosofía griega es tributaria de su admisión del homoerotismo. Hoy podemos prescindir de él para generar teorías explicativas

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