lunes, 8 de septiembre de 2014

Lapsed Agnostic: to fake it till they make it

Me hablaron muy bien en Dublin de John Waters, hasta hace poco columnista en el Irish Times (ahora en el Independent), siempre polémico (en el mal sentido que los medios de masas usan para el tipo de polémica con la que no están a gusto).
Yo me he leído en Zagreb Lapsed Catholic, un libro suyo con algo de memorias y mucho de discusión sobre la (cada vez más) problemática relación de los irlandeses con su pasado, en particular con la Iglesia Católica.
Empieza resumiendo los argumentos tan sobados que también él usó contra la Iglesia en su adolescencia. La diferencia es que a continuación va y dice: Pienso que esas ideas muy reduccionistas era mi propio planteamiento básicamente, basadas en innumerables mensajes de la cultura que me venía por todas las direcciones (2).
En contraste, la fe rocosa de su padre, trabajador infatigable y en cierto modo el 'típico irlandés' de la generación anterior, en vez de servir para una manida oposición entre 'fe simple' y 'falta de fe ilustrada' (es habitual en esos casos hacer un retórico lamento por la inocencia infantil perdida que se suele asociar con ello; pero al fin es 'superada'), la describe como no simple en absoluto: no había nada simple respecto a mi padre (3). El retrato que hace de él yo creo que es lo mejor con diferencia de todo el libro. Un hombre de profunda piedad y ni pizca de sentimentalismo: una existencia vivida en la convicción absoluta de otra realidad (6), con tres focos: piedad, trabajo, fe (8). Nada de diversiones, dureza de vida.

Otro núcleo del libro es el ajuste de cuentas con su generación, la de Peter Pan. Su generación es la de los que juegan continuamente con la idea de vivir a la contra y en realidad están instalados en el poder, taponando el paso a las nuevas generaciones y a la vez quejándose del 'pasotismo de la juventud', a la que siguen dando lecciones de que lo que hicieron ellos en los sesenta (39). Yo, como él, no puedo estar más harto de esa retórica, que sigue imponiéndose de mil maneras, así que leí con fascinación los mandobles que les pega.

El otro protagonista es la Iglesia en Irlanda, a la que trata con dureza, explicando los problemas que vinieron de que se convirtiese especialmente en un gobierno moral sustituto (4) y que con la independencia de Gran Bretaña acabase asociada con el nacionalismo y una versión nacionalista superficial de la historia (10 - todo esto no sé a qué me recuerda).

Y lo más impresionante es el relato de su conversión: los años de miedo interior, sofocados por el alcohol. La necesidad que primero le vino impuesta (parece que forma parte del proceso de recuperación de los Alcohólicos Anónimos, aunque uno sea ateo) de arrodillarse ante "Alguien" y que a él le costó mucho, pero que al final le ayudó mucho.
Al final da un buen consejo: Cuando la gente me pregunta cómo puede encontrar el camino de vuelta a la fe, les digo que lo finjan hasta que lo hagan, porque eso me funcionó a mí Así es: arrodillarse le costó mucho. Empezó dirigiéndose a su padre y al fin pudo dirigirse a Dios. Daban un consejo en Alcohólicos Anónimos: tirar una zapatilla debajo de la cama para facilitar el proceso.

Es muy interesante también lo que cuenta de su reacción al tener una hija (con Sinead O'Connor: una relación que fue bien tormentosa): explica que no le podía transmitir a ella solo sus dudas, es decir, dejarla en la ignorancia de la fe, porque él al menos había tenido antes certezas previas a las dudas y no quería que ella se quedase sin ellas.

El final del libro es más aburrido, aunque tiene argumentos muy interesantes sobre, por ejemplo, las actitudes pobristas, que multiplican la culpa sin solucionar nada (otro resabio quizá de jansenismo, digo yo; de eso sí que tenemos aquí).

1 comentario:

  1. Yo veo a los irlandeses de hoy como intensamente católicos, pero es evidente que se masca en el ambiente una intensa decepción con las instituciones de la propia iglesia nacional (no con la romana).

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