miércoles, 8 de octubre de 2025

Dos veces en Hacinas

Esto es lo último que tengo de lo que escribí en Riaza en agosto. 

De allí no quedaba tan lejos Hacinas, el pueblo de mi madre, donde pasa parte del verano. 

Fui dos veces, yendo por San Esteban de Gormaz y Huerta del Rey y volviendo por Huerta del Rey, Araúzo de Miel, Caleruega, Baños de Valdearados y Aranda de Duero. Vamos, la España vaciada. Me hubiera gustado pararme en varios sitios o meterme más por el sur de Burgos y la provincia de Soria.

En Hacinas estuvimos de charla, aprovechamos para ir a saludar a familiares, comimos muy a gusto, dimos paseos por los alrededores, recordando sitios de cuando éramos pequeños, como el pino piñonero, la cueva del castillo o san Cibrián. 

Se quemó la torre de la Iglesia el año pasado, pero ya la han arreglado. Fuimos a verlo: son un pueblo muy preocupado por cuidar las cosas que tienen. Al final de la cuesta de entrada mi madre se acordó de su abuela, la bisabuela Margarita, que se apoyaba en una pared de roca antes de entrar en el atrio, cansada de la cuesta. En la portada de la iglesia había una inscripción: "De toda palabra ociosa darán los hombres cuenta rigurosa".

Un día jugamos al subastao (o tute subastado en terminología científica): ganamos mi madre y yo la partida principal.

El momento más memorable fue cuando Marga vio a sus pies una culebra o más bien la carrera que se dio en dirección contraria de donde estaba la culebra.

El pueblo en medio y a la derecha la imponente Peña de Carazo.

2 comentarios:

  1. Bonita crónica. Nos quedamos sin saber qué era la culebra, veo.

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    1. Lo último que se le ocurrió a mi hermana fue mirar a ver cómo era: estaba a cien metros en diez segundos.

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