miércoles, 26 de junio de 2024

Knausgård sobre sentirse forastero

Sigo dándole vueltas a por qué me ha dado tan fuerte con Knausgård. Es casi contemporáneo mío, hay algún detalle en el que coincidimos, pero más bien somos opuestos, aunque no en todo. Aquí quería recoger algunas sintonías.

En Fin, el sexto volumen de sus diarios, dice esto sobre su infancia y juventud, que me resulta en algún aspecto cercano:

Yo nunca me he sentido parte de un nosotros; siempre, desde que era pequeño, me he sentido marginado. No es que me creyera mejor y por eso me sintiera marginado, nada de eso, siempre ha sido al revés: no me he sentido lo bastante bueno como para formar parte de un nosotros, no me lo merecía. Tampoco siento ninguna pertenencia a un lugar determinado; en Tromøya, donde me crié, éramos forasteros, no tenía y no tengo ningún derecho a decir que soy de allí. El sentimiento de ser forastero me llegó con más fuerza en el instituto, todos vieron que yo no era lo suficientemente bueno, y ese sentimiento reforzó la sensación de forastero, yo era un extraño. Ay, me colmaba de felicidad cuando hacía algo con otros, por ejemplo, ese coche que compartíamos para las celebraciones del fin del bachillerato, a la vez que sabía que en realidad no estaba con ellos, sólo conmigo mismo. Siempre he tenido un solo amigo, nunca varios a la vez, nunca un nosotros. Cuando empecé en la universidad me acostumbré a ello, dejé de esperar otra cosa, me pegaba siempre a mi hermano, tocaba en su banda, sabía que por eso me dejaban estar con ellos. Me salvó el papel de escritor, porque ya era legítimo estar solo, yo era algo propio, un artista (708).

Hay un volumen, La isla de la infancia, sobre cuando vivían en Tromøya, de muy niños y luego de casi adolescentes. De ahí me apunté detalles que me lo hacían cercano, como el hecho de poner la cartera el primero de la fila al entrar en clase, algo que yo hice en 4º de Primaria, aterrorizado de pensar que podría llegar tarde a clase con doña Tomasa, a la que tenía un miedo atroz. También habla de que la cartera tenía espacios para cosas pequeñas y yo me acordé de eso; mira que no soy muy de importarme mucho cómo son las cosas, pero me acuerdo de esos espacios en la parte de delante de la cartera. Cuanta también que rondaban un basurero, donde encontraban cosas que mejor no deberían haber visto. Les daban leche en la escuela, algo que también hacían con nosotros.

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