En julio de 2008 miraba por primera vez, con fascinación y horror, la cartilla antifascista de Ámster.
Recogia un texto muy bueno del capuchino Rainiero Cantalamessa.
Estuve en la grabación de la Misa en Si menor de Bach.
Vi por primera vez Mi noche con Maud, de Rohmer.
Sobre Caritas Pirkheimer, una monja de armas tomar que se resistió a los luteranos.
Constataba cómo bajaba mi estimación de Mozart en favor de Bach, oyendo al Magdalena Consort.
Me fijaba en los agapantos.
Recogía una frase que me ha influido mucho del mito de la Caverna contado por Platón.
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