Yo soy muy de tomar partido y claramente no estoy del lado de Zuinglio, el reformador de Zürich que puso la ciudad patas arriba y al que se conmemora en unas puertas de bronce de Grossmünster, la iglesia principal, que se remonta no sé si un poco míticamente a Carlomagno y era, según su nombre, un "Gran monasterio". Allí habían sido martirizados san Félix y santa Régula, pero Zuinglio predicó desde su púlpito la reforma y puso en marcha un proceso desgraciado.
A mí la iglesia me pareció muy poca cosa. Las torres eran un prodigio de falta de armonía: las mirabas y te preguntabas por qué quedaban tan mal. Quizá por eso Zürich no tiene un elemento icónico, que bien hubieran podido ser estas torres, si hubieran conseguido ser más armoniosas. Lo único llamativo dentro eran unas vidrieras muy oscurecidas de Giacometti padre (vi miles de obras de toda la familia, no me gustaron nada ninguno, ni siquiera esas estatuas escuchimizadas con protuberancias de su hijo Alberto, el Giacometti más famoso).
Lo que más me interesó fueron las puertas de bronce de Otto Münch, en 1938. Unas tenían una iconografía muy novedosa, los hechos de Zuinglio (también en las esquinas de abajo habían dejado un hueco para los mártires titulares a un lado y para Carlomagno a otro)
Pues sí, la verdad es que esos vándalos no tienen ni un pase, pero ahí siguen sin apenas ser puestos en cuestión, con estatuas monumentales por doquier, y estudios y obras de arte que los siguen no justificando, sino glorificando. Al fin y al cabo, sirvieron bien a su señor, y ahí siguen, como empleados a sueldo del cantón (no figurado, me refiero a los párrocos reformados de Zúrich y otros cantones).
ResponderEliminarEs una tontería, pero me ha "hecho gracia" que quemen, en la escena de la puerta, un San Lorenzo, en vez de un santo genérico sin detalles identificativos. A saber si tiene algún porqué detrás...
ResponderEliminarEs verdad, no había caído.
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