Hace diez días en Burgos estábamos sentados en la sala de estar y vino mi madre, que estaba preparando huevos rellenos, a que le abriera la tapa de un tarro de atún: yo, sentado, hice fuerza y se abrió y me cayó parte del aceite al pantalón, creando una galaxia de manchas.
Me cambié, mi madre cogió el pantalón, enhebró hilo y se puso a hacer hilvanes en torno a cada mancha: con ello quedaron círculos de hilo blanco alrededor de cada una. Marcada la zona de guerra, le echó Fairy a cada círculo de aceite de atún y luego ya metió el pantalón en la lavadora.
Y fue un milagro: no quedó nada en las zonas marcadas por el hilo blanco, o mejor, no lo notamos, de tan impolutas, todo terso, en una continuidad de color beige.
Y mientras, aquí, los castaños van sacando los erizos:
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