lunes, 12 de junio de 2023

Lorenzo de Ávila entre los principales pintores

Me he leído Lorenzo de Ávila. Entre los principales pintores, de Juan Carlos Pascual de Cruz, que es más que un libro para mí, porque lo ha escrito un amigo y yo lo he ido siguiendo durante todo el tiempo que lo estuvo trabajando y he estado con él y con su hermano viendo obras de este pintor, en varios sitios y hasta dos veces por Italia.

Creo que no me ciega todo eso para poder afirmar que es un gran libro. Lorenzo de Ávila es un pintor que merece un lugar central en la Historia del Arte español, sobre todo como gran figura del Renacimiento, el que supo aunar lo hispano-flamenco con la Italia del Quattrocento. Para ello es fundamental postular que estuvo en Italia y realizó o colaboró en obras decisivas del Quattrocento allí y además que en Toledo es más importante que Juan de Borgoña, junto al que trabajó, que más bien sería quien se encargaba de todo lo organizativo, pero el pintor-pintor de categoría era Lorenzo de Ávila.


El libro de mi amigo quiere justamente poner a Lorenzo de Ávila en su sitio, entre los principales pintores de su tiempo, no simplemente como un pintor de Toro, de cierto interés, que es como se le suele ver, por la producción que se conserva, de la última etapa de su larga vida. Lo hace con una argumentación muy seria, una documentación exhaustiva (a veces dan ganas de que sea más breve, porque no se deja nada sin revisar), todo escrito con gran vigor y mostrando un dominio del arte de la época que llega a resultar a veces abrumador para profanos como yo.

Aprende uno un montón sobre los pintores como autores respecto a los talleres en los que se insertan, sobre la diferencia entre dibujar un figura aislada viva o rígida, sobre la dificultad especial de armonizar las figuras entre sí creando una escena, sobre el mundo del arte en la España del XVI.

Por ejemplo, sobre la influencia de los grabados, como los de Schongauer, en su obra, dice:

estudió detenidamente sus grabados, lo que le pudo proporcionar el bagaje necesario para desarrollar un estilo propio y altamente cualificado, basado en el detallismo, el rigor, la fortaleza, el gusto por el paisaje bien desarrollado, la nitidez en los gestos y expresiones, la preferencia por la temática relacionada con la infancia y la pasión de Cristo, el conservar las iconografías preexistentes, el rechazo del expresionismo, los personajes encantadores, las anatomías flexibles, danzarinas y corpóreas, los rostros idealizados y pensativos, las figuras simples, dignas y nobles, dotadas de una gracia sobrenatural, solemne y misteriosa. En el desarrollo de su capacidad como dibujante, también se observa la recurrente utilización de los rayados y las retículas, propias del grabado, para crear volumen y efectos de luz y sombras, primando una luminosidad muy potente, que por sí misma compone las escenas.
Lorenzo de Ávila usa los grabados para aprender, no para copiar. Siempre se ha visto que en la producción del pintor había referencias que se podían rastrear en grabados o en obras de terceros, pero es difícil encontrar una copia directa, como sí ocurre en numerosos pintores menos creativos. Lorenzo logró alcanzar un dominio del dibujo y la composición tan superiores que no necesitaba copiar a nadie porque, estrictamente, había desarrollado un estilo propio y era capaz de imaginar y plasmar hábilmente lo imaginado (73).
A propósito de la atribución que hacen muchos a Perugino de un cuadro que atribuye a Lorenzo de Ávila dice:
Para nosotros basta con mirar todos los peruginos conservados en la Galleria Nazionale dell' Umbria o visitar la Sala delle Udienze en el adyacente Nobile Collegio del Cambio, una de las obras más reconocidas de Perugino, para darse cuenta a simple vista de que no ha pintado la Adoración de los Reyes Magos. Para nosotros, Pietro Perugino es un pintor que se maneja con recetas y reutiliza cartones para hacer unas composiciones simétricas y aditivas, preciosistas por el fino colorido y el trabajo minucioso, pero, al fin y al cabo, con paisajes de teatrillo y figuras vacías y envaradas, por lo que difícilmente puede haber pintado un cuadro en el que se respira vitalidad, energía y pleno naturalismo, con los personajes libremente colocados de forma asimétrica y con un paisaje cautivador, todo ello de raigambre claramente flamenca e hispana, (223)
El libro está muy cuidado, en cada detalle. Tiene además rasgos de humor, que hay que saber descubrir. Hay hasta un autorretrato del autor en la fig. 112. Pero mejor leedlo, los que os intereséis por el arte: en Valladolid, está en Maxtor, los que han editado el libro; ahí y en su tienda en línea se puede comprar, por ahora.
Os pongo dos cuadros de Atri, en Italia:


Y una página del Misal-Breviario de Fernando el Católico:

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