En el estudio del nombre de Jesús como Monte, en De los nombres de Cristo, dice fray Luis que Cristo es esa pequeña piedra que destruyó la figura del sueño de Nabucodonosor:
Decía, pues, Daniel que una piedra sacada sin manos hirió en los pies de la estatua y la volvió en polvo, y la piedra, creciendo, se hizo monte tan grande que ocupó toda la tierra. En lo cual primeramente entendemos que este grandísimo monte era primero una pequeña piedra. Y aunque es así que Cristo es llamado piedra por diferentes razones, pero aquí la piedra dice fortaleza y pequeñez. Y, así, es cosa digna de considerar que no cayó hecha monte grande sobre la estatua y la deshizo, sino hecha piedra pequeña; porque no usó Cristo para destruir la alteza y poder tirano del demonio, y la adoración usurpada, y los ídolos que tenía en el mundo, de la grandeza de sus fuerzas, ni derrocó sobre él el brazo y el peso de su divinidad encubierta, sino lo humilde que había en Él, y lo bajo y lo pequeño: su carne santa y su sangre vertida, y el ser preso, y condenado, y muerto crudelísimamente; y esta pequeñez y flaqueza fue fortaleza dura, y toda la soberbia del infierno y su monarquía quedó rendida a la muerte de Cristo. Por manera que primero fue piedra y, después de piedra, monte; primero se humilló y, humilde, venció; y después, vencedor glorioso, descubrió su claridad y ocupó la tierra y el cielo con la virtud de su nombre (103-4).
Y un poco después:
Porque lo flaco y lo despreciado de Cristo, su pasión y su muerte, aquel humilde, escupido y escarnecido, fue tan de piedra, quiero decir, tan firme para sufrir y tan fuerte y duro para herir, que cuanto en el soberbio mundo es tenido por fuerte no pudo resistir a su golpe; mas antes cayó todo quebrantado y deshecho como si fuera vidrio delgado (104).
A mí me recuerda lo de la piedra de escándalo y algunas cosas que comentaba Girard: la unanimidad violenta la rompe la humildad y pequeñez de Cristo, la piedra de escándalo, en su pura inocencia.
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