Salamanca dorada 1

Asistí a un Congreso en Salamanca. No me animé a ir en coche, también porque se tarda menos en tren. Hasta Zamora no vi nada, cubierto como estaba todo por la lluvia y los túneles. En autobús de Zamora a Salamanca pude ver un paisaje cada vez con más dehesas. A la vuelta, yendo esta vez por la carretera nacional, vi ganado entre encinas, paisajes para recordar, muy emocionantes.

Estuve en una Reunión Científica de Humanistas Españoles en el contexto del renacimiento hispano: es una de las vías por las que voy en la investigación, más a tientas que con verdadero dominio. Para variar, iba a hablar de san Juan de Ávila, que vivió la adolescencia allí, de los trece a los diecisiete años, malos para él, parece, porque luego hablaría de las "negras leyes" que allí estudió.

Estábamos en el Colegio del Arzobispo Fonseca, que es como estar en casa, porque lo fundó ese arzobispo de Santiago para estudiantes gallegos (el escudo con las cinco estrellas lo tenemos muy visto por aquí también); teníamos las reuniones en la Facultad de Geografía e Historia, y a la vera la mole de la Clerecía, donde está la Universidad Pontificia.

A mí me impresiona Salamanca siempre, es una piedra tan clara frente a la piedra oscura de Santiago que es como llegar al mismo sitio, pero con filtros puestos.

Subiendo desde allí hacia el centro, uno de los edificios de la Clerecía:

Y la Casa de las Conchas, tan coqueta, frente a la fachada de la Clerecía: