Llevo unas semanas leyendo la Introducción del Símbolo de la fe de fray Luis de Granada, en la excelente edición de Fidel Sebastián. Al principio temía que fuera un escritor muy retórico, en el peor sentido de la palabra, pero resulta que lo es en el mejor: con una suavidad, una armonía, una finura maravillosas, hace una descripción de los seis primeros días de la creación, en la senda de la tradición patrística, con citas profusas y explícitas de san Ambrosio y a san Basilio y también de autores clásicos como Plinio el Viejo.
Lo voy a citar mucho aquí. Su explicación de la naturaleza me llena mucho más, muchísimo más que la que percibo en los mejores documentales de la BBC: frente al azar y el determinismo y la indiferenciación, en el mejor de los casos panteísta, lo que nos muestra fray Luis de Granada es el amor de Dios desplegado en la naturaleza. Mirad qué criterio de orden (con mis subrayados y negritas):
Pues entre estos fundamentos, el primero y más palpable se toma de la orden de las cosas, porque vemos en este mundo diversos grados de perfección en todas las criaturas. Y en esta orden ponemos en el grado más bajo los cuatro elementos, que son cuerpos simples, los cuales no tienen más que dos cualidades. En el segundo ponemos los mixtos imperfectos, como son nieves, lluvias, granizo, vientos, heladas y otras cosas semejantes que tienen alguna más composición. En el tercero están los mixtos perfectos, como son piedras, perlas y metales, donde se halla perfecta composición de los cuatro elementos. En el cuarto ponemos las cosas que demás de esta composición tienen vida, y crecen, y menguan, como son los árboles y todas las plantas. En el quinto están los animales imperfectos, que demás de la vida tienen sentido, aunque carecen de movimiento, como son las ostras y muchos de los mariscos. En el sexto están los animales perfectos, que demás del sentido tienen movimiento, como los peces y aves, etc. En el séptimo ponemos al hombre, que, demás de lo dicho, tiene razón y entendimiento, con que se aventaja y diferencia de todos los brutos. Sobre el hombre ponemos al ángel, que tiene más alto entendimiento, es sustancia espiritual apartada de toda materia. (...). (...) en la cumbre de todas y sobre todas, es la que llamamos Dios o primera verdad, primera causa y primer movedor, y autor de todas las cosas, la cual no ha de ser criada o hecha por algún criador o hacedor, porque ése sería más perfecto que él, pues es más perfecto el criador que su criatura, y el hacedor que su hechura. De donde se sigue que ese Señor ha de ser eterno y sin principio, pues no pudo ser criado ni hecho por otro. Éste es el primer fundamento de esta verdad, que se toma del orden de las criaturas (III.1, p. 46-47).
Y ahora pensad en qué pasaría en el mundo si todos tuviésemos esto claro.
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