martes, 13 de septiembre de 2022

Las uvas de la ira

Estoy revisando las películas de John Ford (soy el rey de la originalidad). 

No había visto Las uvas de la ira. Tenía el recuerdo de la novela, que no me había convencido mucho, por su maniqueísmo y sus simbolismos excesivos, o eso es lo que recuerdo vagamente de ella.

La película, también con sus maniqueísmos, me ha gustado mucho. Los personajes, la sensación de provisionalidad, de tirar para adelante, la figura del predicador que ha perdido su espíritu, el nihilismo que sobrevuela todo sin que llegue a dominar, porque hay algo ahí, humano, que impide que acabe dominando, incluso en esa crisis social tan extrema, de subsistencia: es la madre que da de comer a unos niños famélicos, es la señora que da unos caramelos, justo en esta escena:

 

Por otro lado, en mi situación post-liberal actual, tengo mucho que pensar sobre esta película, que ya digo que me parece maniquea en el marco político, pero llena de verdad en lo vital. Mucho de lo que quería explicar lo he encontrado en una extraordinaria reseña de Rogert Ebert, que habla de una fábula de izquierdas escrita por un director de derechas y explica por qué es una película verdadera.

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