Yo de esto, por razones obvias de célibe, no sé nada y quizá debería, en esto también, hacerle caso a Wittgenstein y callarme, pero, por seguir con Enrique García-Máiquez, el otro día me contaba alguien que a un amigo suyo no le había gustado, del último libro de Enrique, el poema Sex, que, de paso, fijaos que además de tener un título en inglés, lo pone en cursiva, para resaltar la problemática, agrandada por el mundo hollywoodiense, que está llevando por la calle de la amargura a nuestro mundo actual:
Todo esto es para decir que el viernes me acordé de ese poema al leer un extraordinario artículo de Peter J. Leithart, que titula muy en broma, y muy en serio, así: Our sexy life y empieza así:
Mi esposa y yo nos casamos en el otoño posterior a la graduación en la universidad. Ambos éramos vírgenes. Nuestro primer hijo nació diez meses después, y durante los siguientes quince años tuvimos un hijo cada dos años más o menos. Estaban más espaciados al final, y cuando la cosa se fue calmando a principios de la década del 2000, teníamos diez hijos, seis niños y cuatro niñas. Durante más de dos décadas, mi esposa estuvo embarazada o cuidando a un recién nacido o un niño pequeño.
Así acaba:
Hace cuarenta años, solo éramos mi esposa y yo. Ahora hay otros treinta y un seres humanos que no existirían si no fuera por nosotros. La proliferación va más allá de los meros números. Es una proliferación de proyectos, planes, aspiraciones, logros, dones y talentos; de cenas, fiestas, canciones; de enseñanza y aprendizaje, bromas y risas, conversaciones y debates, adoración y oraciones, pérdidas y lágrimas. Mi esposa y yo le hemos dado al mundo un abogado, un par de maestros, más de un escritor, un diseñador de juegos, un músico y un par de cineastas, un asistente ejecutivo que dirige una organización sin fines de lucro, un trabajador social, esposos y esposas, padres y madres, niños y niñas con planes y aspiraciones que se harán realidad mucho después de que mi esposa y yo nos hayamos ido. Dios mediante, los Leithart seguirá proliferando durante mil generaciones.
Esto es lo que la Biblia quiere decir con “bendición”, y todo comenzó cuando mi esposa y yo cumplimos nuestra promesa de ser “solo para ti”. Hemos vivido la vida sexy para la que Dios creó el sexo.
En una sociedad obsesionada con la "vida sexual", esto es otra cosa y es lo que hay que redescubrir: es muy bueno que algunas personas nos cuenten, en este caso sí, sus experiencias.
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